All we are is dust in the wind

All we are is dust in the wind

A NADIE PRETENDO COMUNICAR CERTEZA ALGUNA. NO LAS TENGO.

A lo sumo alguna conjetura, siempre desde la incertidumbre.

Hace años lo aprendí de Albert Camus. Más tarde, unas palabras de Michel Foucault volvieron a recordármelo: No hay que dejarse seducir por las disyunciones, ni aceptar acríticamente los términos del dilema: o bien se está a favor, o bien se está en contra. Uno puede estar enfrente y de pie.

"La idea de que todo escritor escribe forzosamente sobre sí mismo y se retrata en sus libros es uno de los infantilismos que el romanticismo nos legó...las obras de un hombre trazan a menudo la historia de sus nostalgias o de sus tentaciones, casi nunca su propia historia" (Albert Camus)

http://books.google.es/books?id=GiroehozztMC&pg=PA25&source=gbs_toc_r&cad=4#

PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA. Paco Fernández.


domingo, 14 de octubre de 2018

Aforema 1928 El rostro (Revisited)

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Eres Otro, muestras tu rostro: ¿mera figura plástica sometida al disgusto o a la aprobación? No, el rostro es esa parte de tu cuerpo en la que se inscriben las claves de tu biografía y se exponen al desciframiento. Borges acierta de lleno en su poema La suma:



"Ante la cal de una pared que nada

nos veda imaginar como infinita

un hombre se ha sentado y premedita

trazar con rigurosa pincelada

en la blanca pared el mundo entero

(...)

En el preciso instante de su muerte

descubre que esa vasta algarabía

de líneas es la imagen de su cara"



Tu cuerpo, tu rostro, se presenta como enigma, como misterio que me exige el constante trabajo de descifrar los signos que manifiesta. Como una obra de arte, los rostros captan nuestra atención porque exigen que veamos en ellos lo que nunca hemos visto. Un rostro no se reduce a una cara, como el cuerpo no se resuelve en un mecanismo en el que se articulan órganos y conjugan funciones. El rostro no coincide nunca con la imagen que de él nos hacemos, la perspectiva es infinita, los gestos inabarcables, indefinibles, escapan a la representación de la mirada. Desalman al ojo escrutador, condenan al fracaso cualquier intento de fijar sus cualidades. El rostro impugna la reducción que sobre la realidad ejerce la mirada. Y esto posibilita el que pueda salvarme de ser considerado como mero objeto, como instrumento. Soy cuerpo, el rostro me humaniza, es el lugar donde me convierto en persona. Y el otro lo sabe. 

Todo intento de posesión está condenado al fracaso. El rostro del otro confirma mi derrota. La imposibilidad de representarlo, de hacerlo objeto impide ejercer el poder que somete y anula. Omnipotencia del rostro, y sin embargo, qué vulnerable. Desnudo se ofrece a la mirada, se exhibe desvelado porque él mismo es un jeroglífico; no necesita velos lo que en sí se encuentra velado. Rostro bello, complejo, simple, repugnante o seductor, no se esconde. Lugar sin barreras, sin muros, se ofrece. Y en este ofrecimiento, lo estético es secundario, y lo ético viene primero. Antes de ser odiado, amado, querido o despreciado, es rostro, y me prohíbe la indiferencia al sacarme de mí mismo. Tal y como ha dicho Lévinas en El humanismo del otro hombre: "El rostro se me impone sin que yo pueda permanecer sordo a su llamado u olvidarlo, quiero decir, sin que yo pueda dejar de ser responsable de su miseria.”



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