Uno de mis insomnes más respetados es el escritor hondureño Aquilino 
Figuero. En mis noches vacías de contenido onírico suelo frecuentar su 
escritura y releer las notas en las que habla de este visitante 
inesperado empeñado en abrirnos los ojos y secarnos el alma. Rescato 
este fragmento de su libro FUNAMBULISTAS EN LAS OSCURIDAD: 
 
“Llegó el fin de semana y con él una noche más de insomnio. Una de esas 
noches en las que el ritmo del tiempo viene marcado por la pesada y 
atronadora presencia del silencio. 
 
Las noches de insomnio pueden ser productivas o implacablemente 
destructivas. Esta noche me envilezco con un recuento de la miseria que 
anida en mis entrañas. Percibo su podredumbre. Soy un cuerpo que se 
desgasta durante la semana y culmina el proceso esta noche de sábado con
 un himno a la indigencia espiritual. Paso las horas o, más bien, me 
aplastan. El sonido metálico de mis pensamientos me estrella contra el 
tiempo. Percibo el futuro como un agujero vacío que me devuelve el eco 
de un sonido cuyo hedor es insoportable. Me pudro en el silencio 
cómplice del ruido que emana de mi alma abotargada. Soy demasiado viejo 
para creer que la felicidad sea un verbo que se pueda conjugar en una 
vida aletargada. Amanece y mi alma no celebra las primeras luces del 
alba. Sabe que son el preludio de otra noche de insomnio y de un 
tristeza que ahoga cualquier alegría que ilumine mi rostro. Lo que 
escribo es un episodio más de una vida atravesada por el fracaso. En 
ocasiones, vislumbro en tus ojos la posibilidad de dejar de ser carne 
descarnada y alma entumecida por una naturaleza que me arrastra al 
abismo de la nada. Esto que digo es el fruto de una hipócrita 
autocompasión que coquetea con las migajas de autosuficiencia con las 
que disfrazo mi impotencia. Abro la ventana y el fresco de la madrugada 
comienza a retirar los escombros en los que se ha convertido mi alma. 
Con la luz, el insomnio es un mal recuerdo que cede su lugar a una nueva
 esperanza. La vida renueva su pacto de continuidad y el lejano canto de
 un pájaro dibuja una nueva oportunidad de no ser tan necio en el 
tráfago de sentimientos encontrados y razones contradictorias sobre las 
que se dibuja la sombra de una figura a la que el insomnio le roba la 
luz, el tiempo y la confianza.”
