All we are is dust in the wind

All we are is dust in the wind

A NADIE PRETENDO COMUNICAR CERTEZA ALGUNA. NO LAS TENGO.

A lo sumo alguna conjetura, siempre desde la incertidumbre.

Hace años lo aprendí de Albert Camus. Más tarde, unas palabras de Michel Foucault volvieron a recordármelo: No hay que dejarse seducir por las disyunciones, ni aceptar acríticamente los términos del dilema: o bien se está a favor, o bien se está en contra. Uno puede estar enfrente y de pie.

"La idea de que todo escritor escribe forzosamente sobre sí mismo y se retrata en sus libros es uno de los infantilismos que el romanticismo nos legó...las obras de un hombre trazan a menudo la historia de sus nostalgias o de sus tentaciones, casi nunca su propia historia" (Albert Camus)

http://books.google.es/books?id=GiroehozztMC&pg=PA25&source=gbs_toc_r&cad=4#

PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA. Paco Fernández.


lunes, 9 de enero de 2012

Zigmunt Bauman: sobre la Shoah 1



El Holocausto no fue un episodio “extraño” a la sociedad moderna, sino su producto, fundamentalmente la voluntad de los Estados-Nación de ocultar y anular al “extraño”, según criterios racistas o culturales, en virtud de la asimilación cultura. Baumann propone la figura del judío como arquetipo de la “extrañeidad”. Los nazis utilizaron las herramientas técnicas e ideológicas que la modernidad había generado para lograr la máxima eficacia en la consecución de sus objetivos. El Holocausto no fue una locura perpetrada por unos sádicos, sino el resultado de una acción colectiva que implicó a toda una sociedad, a sus instituciones y mecanismos racionales, para lograr el éxito de su empresa de exterminio: el lenguaje neutro y propagandístico, la división del trabajo, la invisibilidad de las víctimas, la postulación de un ideal o destino nacional común e, incluso, la colaboración de las mismas víctimas. La sociedad moderna no debía conducir necesariamente al Holocausto, pero sí contenía los elementos que lo hicieron posible. ¿Hemos analizado suficientemente dichos elementos?  

Hannah Arendt: sobre la Shoah 1


En un escrito de 1950, publicado en Jewish Studies, Hannah Arendt contribuye a la discusión sobre el carácter del Holocausto Nazi afirmando que el marco conceptual hermenéutico de las ciencias sociales y humanas es inadecuado y debe ser revisado a fin de poder comprender el fenómeno de los campos de concentración y de exterminio. Tal fenómeno no encaja en el paradigma de las ciencias de la época. La cualidad distintiva de dichos campos es su función anti-utilitaria, la idea de que para los nazis era mucho más importante el exterminio de los judíos que la propia guerra. La lógica de los campos de exterminio va más allá de las pretensiones antisemitas de carácter racista o economicista, es un sinsentido para el sentido común y para la lógica de las ciencias sociales y humanas comprometidas con la explicación y comprensión del ser humano y de su conducta. De ahí la necesidad de revisar el paradigma interpretativo de los hechos sociales a fin de encajar en él el fenómeno de los campos: “laboratorios en los que se experimenta la dominación total” mediante la anulación de la humanidad que hay en el individuo o la desintegración de su personalidad en tres fases: destrucción de la personalidad jurídica, moral e individual. 

“La cuestión está en que Hitler no era como Genghis Khan y no era peor que otros grandes criminales, sino enteramente diferente. Lo que no tiene precedente no es el asesinato en sí mismo, ni el número de víctimas, ni siquiera el ‘el número de personas que se unieron para perpretarlo’. Lo es más bien el sinsentido ideológico que lo causó, la mecanización de la ejecución y el cuidadoso y calculado establecimiento de un mundo de muertos en que nada tiene ya ningún sentido.”