All we are is dust in the wind

All we are is dust in the wind

A NADIE PRETENDO COMUNICAR CERTEZA ALGUNA. NO LAS TENGO.

A lo sumo alguna conjetura, siempre desde la incertidumbre.

Hace años lo aprendí de Albert Camus. Más tarde, unas palabras de Michel Foucault volvieron a recordármelo: No hay que dejarse seducir por las disyunciones, ni aceptar acríticamente los términos del dilema: o bien se está a favor, o bien se está en contra. Uno puede estar enfrente y de pie.

"La idea de que todo escritor escribe forzosamente sobre sí mismo y se retrata en sus libros es uno de los infantilismos que el romanticismo nos legó...las obras de un hombre trazan a menudo la historia de sus nostalgias o de sus tentaciones, casi nunca su propia historia" (Albert Camus)

http://books.google.es/books?id=GiroehozztMC&pg=PA25&source=gbs_toc_r&cad=4#

PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA. Paco Fernández.


martes, 5 de octubre de 2010

Book Burning

El fuego siempre ha atraído a los hombres de fe inquebrantable. Unos queman lo que consideran un atentado contra su fe, otros no pueden hacerlo porque nada que sea contrario a su fe puede aspirar a la existencia. ¿Por qué no se queman unos a otros y nos permiten a los demás disfrutar también del fuego?



De Cronopios 3





Los cronopios, que yo imagino, no son narcisistas, no se sienten únicos e insustituibles, asumen su contingencia mientran bailan abrazados en el arcén de una carretera o en la puerta de una iglesia donde se ha celebrado una boda. A veces, se suben a la cima de una gran montaña que han descubierto tras mucho tiempo de estar buscando un gran valle, no les importa, porque allí celebran lo azaroso de la vida, del estar ahí y de los múltiples encuentros que les han salido al paso a lo largo del camino. Los cronopios,  que yo imagino, nunca otean el horizonte, porque, dicen, está demasiado lejos, aman sin tiempo ni recuerdos y olvidan fácilmente lo feo. Cuando un cronopio se lamenta de un amor frustrado, el resto lo invita a abrir la puerta y dejar pasar el aire. Todos se instalan en la casa del afectado y cantan canciones y le roban el “desespero”, lo reparten proporcionalmente al grado de felicidad que cada uno proclama, y así, al final, es tan poco el “desespero” con el que cada uno se queda, que ya no afecta ni al cronopio afectado ni al resto.