All we are is dust in the wind

All we are is dust in the wind

A NADIE PRETENDO COMUNICAR CERTEZA ALGUNA. NO LAS TENGO.

A lo sumo alguna conjetura, siempre desde la incertidumbre.

Hace años lo aprendí de Albert Camus. Más tarde, unas palabras de Michel Foucault volvieron a recordármelo: No hay que dejarse seducir por las disyunciones, ni aceptar acríticamente los términos del dilema: o bien se está a favor, o bien se está en contra. Uno puede estar enfrente y de pie.

"La idea de que todo escritor escribe forzosamente sobre sí mismo y se retrata en sus libros es uno de los infantilismos que el romanticismo nos legó...las obras de un hombre trazan a menudo la historia de sus nostalgias o de sus tentaciones, casi nunca su propia historia" (Albert Camus)

http://books.google.es/books?id=GiroehozztMC&pg=PA25&source=gbs_toc_r&cad=4#

PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA. Paco Fernández.


domingo, 11 de febrero de 2018


Aforema 618
 
Me miro al espejo tras escuchar, primero, el grito de Jarabe de Palo, y, después, el grito que se desprendía de aquellas palabras que te escribí hace ya algún tiempo: Grita. Grita o habla en voz baja o simula un susurro o clava una palabra en mis entrañas, o tus uñas pintadas de negro, o rompe mi silencio o mi descuido con una mirada, o grita para que yo vuelva a estar pendiente de tus palabras o de tus gestos o de tus silencios o de tus “tragarte hacia dentro”, o grita para que pueda yo rodear tu soledad con un abrazo de amor o de simpatía o de empatía, o de quererte tanto aunque sólo sea tan sólo eso, o grita para romper el nudo que asfixia la garganta o aprieta el estómago o el nudo que no se desanuda que se relaja o se afloja, pero no se desata. Y si no es posible romper ese nudo que tantas cosas ata, que tantas historias une y enlaza, grita para que pueda yo estar en ese nudo desnudo de impaciencia, para ocuparme de ti, tan sólo eso. La imagen que me devuelve es espejo es la de un fraude que no hace honor a sus palabras, la de un impostor que ha hecho de su vida un esperpento, la de un tramposo que si tuviese un mínimo de decencia dejaría de escribir o de vivir. Hay cierta vileza en aquellos que traicionan las palabras con sus actos. No hay perdón, porque nadie les obligó a escribir lo que estaba condenado a ser traicionado.