All we are is dust in the wind

All we are is dust in the wind

A NADIE PRETENDO COMUNICAR CERTEZA ALGUNA. NO LAS TENGO.

A lo sumo alguna conjetura, siempre desde la incertidumbre.

Hace años lo aprendí de Albert Camus. Más tarde, unas palabras de Michel Foucault volvieron a recordármelo: No hay que dejarse seducir por las disyunciones, ni aceptar acríticamente los términos del dilema: o bien se está a favor, o bien se está en contra. Uno puede estar enfrente y de pie.

"La idea de que todo escritor escribe forzosamente sobre sí mismo y se retrata en sus libros es uno de los infantilismos que el romanticismo nos legó...las obras de un hombre trazan a menudo la historia de sus nostalgias o de sus tentaciones, casi nunca su propia historia" (Albert Camus)

http://books.google.es/books?id=GiroehozztMC&pg=PA25&source=gbs_toc_r&cad=4#

PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA. Paco Fernández.


lunes, 21 de mayo de 2018

Aforema 1941 Revisited



Words for my paredro

Me senté frente a ella, que en esos momentos leía abstraída, y observé todos y cada uno de sus gestos: la mano que apenas roza el papel al terminar de leer una página, la caída de los párpados sobre la claridad proyectada por la luz que penetra a través de la amplia ventana que da al jardín, sus ojos intentando descifrar el silencio que contiene cada frase y cada verso. Me abismé en la profundidad de sus ojos, en los laberintos de su piel, en el pelo rizado que descansa sobre su nuca invitándome a un beso o a una caricia. Me senté frente a ella y pensé en algo que había dicho horas antes sobre las relaciones humanas y las manipulaciones recíprocas que las constituyen y le dan forma, también sobre el sentido de la vida o más bien las razones que tenemos para otorgar sentido a nuestros actos, y me di cuenta de que mi metafísica de escuela pseudo-existencialista no resistía la verdad que proyectaba su mirada sobre el horizonte en el que se barruntaban las líneas forjadas por nuestros acordes y desacuerdos. Me senté frente a ella, la miré, la admiré, y continúe amándola.  





Manuela



“Manuela” es la forma femenina de Manuel. En la Biblia se nombra a Jesús de Nazaret como Emanuel: “emmanu-El”, con el significado de “Dios estará con nosotros”.

“Madre” quizás sea una de las palabras más bellas que ha producido el lenguaje. Siempre recuerdo las palabras de Rudyard Kipling: “Dios no podía estar en todos sitios y, por tanto, hizo a las madres.”

Manuela es mi madre, también es abuela y bisabuela. Manuela es de ese tipo de personas que con su presencia hacen que la vida sea más amable y fecunda. Su gran tarea siempre fue proteger a su familia. Fue herida en las mil batallas que sostuvo contra la adversidad y el destino, pero nunca fue derrotada y se mantuvo firme cuando los vientos del infortunio se aliaron para vencerla.

La vida le dio motivos para vivir en el resentimiento, para no contener la ira y dar rienda suelta a su cólera. Pero, Manuela, madre, abuela y bisabuela, respondió siempre a la desventura con amor, serenidad y templanza. Con esas armas, Manuela, mi madre, tiene asegurada la victoria. Con estas virtudes, es fácil querer a Manuela: madre, abuela y bisabuela. Ninguna persona puede hablar de felicidad si no integra en su vida el intento de hacer feliz a su madre. Cierto que, en ocasiones, parecemos distraídos y distantes con ella, pero ello es debido más a la torpeza que al desinterés o la maledicencia.  

Quizás la más terrible de las desgracias, el acto más bárbaro sea no amar a una madre. No obstante, por mucho que la amemos, nunca llegaremos siquiera a rozar todo el amor que ella nos ha dado, todo el amor que ha derramado sobre sus hijos. En cuestiones de amor, frente a una madre, no pasamos de ser meros aprendices.