Ella dijo: me voy. Él contestó: ¿a dónde?, e inmediatamente, sin vacilar, le susurró al oído: voy
contigo. Sus cuerpos se fundieron en un mismo gemido saturado de tiempo denso, el mismo que
anuncia la inminencia de una recíproca convulsión o el éxtasis diferido y
prolongado. Otros lo llaman orgasmo.
LITERATURA / PEQUEÑAS HISTORIAS DE GRANDES MOMENTOS, DE MARISA PINTA
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Amenos, exquisitos y ligeros estos momentos estelares de la humanidad, con
permiso de Stefan Zweig, contenidos en *Pequeñas historias de grandes
momen...
Hace 17 horas
