Aforema 2050 Acuarela
Hay una imagen que se multiplica por los lugares habituales que me habitan y que habito. La descubro en los espejos que me devuelven su rostro cuando soy yo el que se mira, en la canción de aquel crooner que hablaba de un piano ebrio de alcohol y soledad, en la portada de un libro de Cortázar en la que no aparece la Maga, en algunos versos de Ángel González que la mecen con sus rimas, en las frases que pronuncia el protagonista en la novela negra que estoy leyendo, en las voces amigas que me cobijan cuando la mía se hiela por el efecto de algún infortunio, en la mirada de unos ojos que no son los suyos, en el humo de un cigarrillo elevándose ingrávido hasta confundirse con su ausencia, en la ceniza que se disuelve antes de tocar el suelo, en una carretera mil veces transitada pero que ahora me desconcierta, en el eco que se instala en mi mente al escuchar una voz parecida a la suya, en las teclas del ordenador que se reorganizan para formar su nombre, en la alucinación transparente que invento cuando deambulo sonámbulo por el laberinto de mi existencia, en el sonido casi imperceptible que nace del acto de pasar la página de un libro, en el punto en el que se cruzan las cuatro perspectivas del Cuarteto de Alejandría, en la mirada agradecida de un perro cuando lo acaricio, en las historias de cronopios y famas –de nuevo y siempre Cortazar-, en el silencio de la página que se resiste a mis intentos por desentrañar su enigma, en la ráfaga de aire que me ha dado un susto de muerte cuando he puesto la moto a una velocidad excesiva, en la arena de la playa que he pisado esta mañana, en el mismo viento que nos lleva -que nos llevará a tararear “Je n'ai pas peur de la route, faudrait voir, faut qu'on y goûte, des méandres au creux des reins, et tout ira bien là, le vent nous portera”-, en un avión que desaparece y del que solo me queda la melodía que inventó Toquinho cuando pintó su acuarela: “Entre as nuvens vem surgindo um lindo avião rosa e grená, tudo em volta colorindo com suas luzes a piscar”.