All we are is dust in the wind

All we are is dust in the wind

A NADIE PRETENDO COMUNICAR CERTEZA ALGUNA. NO LAS TENGO.

A lo sumo alguna conjetura, siempre desde la incertidumbre.

Hace años lo aprendí de Albert Camus. Más tarde, unas palabras de Michel Foucault volvieron a recordármelo: No hay que dejarse seducir por las disyunciones, ni aceptar acríticamente los términos del dilema: o bien se está a favor, o bien se está en contra. Uno puede estar enfrente y de pie.

"La idea de que todo escritor escribe forzosamente sobre sí mismo y se retrata en sus libros es uno de los infantilismos que el romanticismo nos legó...las obras de un hombre trazan a menudo la historia de sus nostalgias o de sus tentaciones, casi nunca su propia historia" (Albert Camus)

http://books.google.es/books?id=GiroehozztMC&pg=PA25&source=gbs_toc_r&cad=4#

PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA. Paco Fernández.


viernes, 10 de abril de 2009

SABE MEJOR


El último cigarrillo del día sabe mejor si lo fumo a tu lado
El humo asciende lento como mi deseo
que no me abandona salvo por las intermitencias de mi sexo
By Luigi Cesare (una imagen, un recuerdo, en el lugar de tu presencia)

EL INFIERNO


El infierno son los otros, decía el filósofo existencialista Jean Paul Sartre. Un infierno en la tierra, la mirada de los otros, la mirada sádica que nos convierte en objetos. Benedicto, el Papa actual, dice que sí, que existe un infierno en el más allá. La miseria se duplica, dos infiernos, uno aquí y otro allí, uno cercano, diario y cotidiano, sufrido día a día, el otro, diferido, eterno, irreversible, el invento macabro de un Dios que aspira a ser único, y en su tentativa nos obliga a pensar la paradoja cuando no la contradicción: La suprema bondad es capaz de imaginar un lugar privilegiado para que habite la maldad absoluta. El esperpento no es monopolio de la racionalidad humana, de él no se libra ni la divinidad, por muy única que sea. El doble o triple o cuadruple lenguaje de los acólitos del dolor y la renuncia me deja atónito, sumido en una perplejidad insobornable. El juego en el que compiten las palabras y las cosas, el lenguaje y los hechos, se complica cuando hablan los delegados del poder supremo. La consigna es clara: aquello que no se puede conseguir mediante la persuasión se consigue mediante la interorización del miedo, que se enquista en el cuerpo y en el alma. El infierno existe dice el nuevo Mandarín Benedicto. La guía Michelín no recomienda ningún itinerario ni nos dice el costo total del viaje hacia el Averno. Las cartografías al uso se muestran incapaces de determinar su ubicación. Los ungidos afirman que el infierno no es un lugar sino un estado espiritual, moral y, entonces, hipostasian la maldad. Infierno, Purgatorio, Limbo, demasiado complicado este entramado de ficciones. No me corresponde afirmar o negar la existencia de Dios, no me compete. No sabemos cómo es Dios, no sabemos si existe, pero si sabemos que la voz y las palabras de ciertos manipuladores de los cuerpos y de las almas refutan cualquier signo de su presencia. Aquí, en este laberinto de ideas y sentimientos, no hay lugar para el infierno ni para el cielo porque no hay ni luz ni tinieblas, ni ángeles ni demonios, ni arcángeles ni hábitos purpúreos que nos obliguen a llamar pecado al goce mientras pretenden que nos apuntemos a la exaltación del dolor y a la inmolación de la racionalidad ante el altar donde moran las ficciones de la fe.