Aforemas sobre un idiota del siglo XXI
Soy un idiota (1) entre otros idiotas. No sé, ni me importa, cómo son los otros idiotas, así que aforemitizaré sobre mi propia idiotez. Si alguien se ve reflejado en alguno de los Aforemas que irán componiendo este collage de mi idiotez, mi esfuerzo no habrá sido en vano. Al lector no le pasa desapercibido que estas palabras constituyen uno de los modos en los que se manifiesta la idiotez: suponen, por una parte, que aquí se citará un número indeterminado de lectores y, por otra, proponen la ilusoria idea de que los Aforemas no está ligados a la banalidad de un modo inexorable. El hecho es que siempre fui un idiota. Lo ignoraba hasta el día de hoy. Y es algo que debo tomar en serio y obrar en consecuencia. Los Aforemas que irán llegando serán el efecto de esta constatación inapelable y la expresión de una experiencia de la reflexividad (2)) de la idiotez (al menos, de la mía).
(1)Utilizo el término idiota, no en su sentido etimológico, sino en el que se expresa, por ejemplo, en el siguiente texto de Cervantes:
“No es así como quiera el oficio de alcahuete, que es oficio de discretos y necesarísimo en la república bien ordenada, y que no le debía ejercer sino gente muy bien nacida; y aun había de haber veedor y examinador de los tales, como le hay de los demás oficios, con número deputado y conocido, como corredores de lonja, y desta manera se escusarían muchos males que se causan por andar este oficio y ejercicio entre gente idiota y de poco entendimiento, como son mujercillas de poco más a menos, pajecillos y truhanes de pocos años y de poca experiencia, que, a la más necesaria ocasión y cuando es menester dar una traza que importe, se les yelan las migas entre la boca y la mano, y no saben cuál es su mano derecha”.
(2) Aunque la idiotez tiene, también, un carácter transitivo, en mi caso me centraré, sobre todo, en su carácter reflexivo: todo lo que hace un idiota (yo) incrementa su grado de idiotez. Sentencia que siempre va acompañada del principio de conservación: la idiotez ni se crea ni se destruye, se transforma.