All we are is dust in the wind

All we are is dust in the wind

A NADIE PRETENDO COMUNICAR CERTEZA ALGUNA. NO LAS TENGO.

A lo sumo alguna conjetura, siempre desde la incertidumbre.

Hace años lo aprendí de Albert Camus. Más tarde, unas palabras de Michel Foucault volvieron a recordármelo: No hay que dejarse seducir por las disyunciones, ni aceptar acríticamente los términos del dilema: o bien se está a favor, o bien se está en contra. Uno puede estar enfrente y de pie.

"La idea de que todo escritor escribe forzosamente sobre sí mismo y se retrata en sus libros es uno de los infantilismos que el romanticismo nos legó...las obras de un hombre trazan a menudo la historia de sus nostalgias o de sus tentaciones, casi nunca su propia historia" (Albert Camus)

http://books.google.es/books?id=GiroehozztMC&pg=PA25&source=gbs_toc_r&cad=4#

PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA. Paco Fernández.


viernes, 27 de marzo de 2009

Leemos como amamos, al mismo ritmo

je sais pourquoi là-bas le volcan s'est rouvert...
C'est qu'hier tu l'avais touché d'un pied agile,
Et des cendres soudain l'hoizon s'est couvert.

(Gérard de Nerval)

LEER texto en construcción. Introduce, suprime o cambia las palabras que estimes oportunas

Leer para domesticar la inefable astucia de las palabras
para estar cerca de ellas
casi rozarlas con mis ojos y besarlas
Leo porque todo es vida y todo es lenguaje
Leo a los otros porque creo que en ellos está lo que en mi se ausenta en cada mirada
en cada acto por el que busco un sentido a esta forma tan extraña de sentir el mundo a través de las palabras
a través de todos los libros que se han escrito y los que están por escribir
Leo para aclarar que todo no es más que confusión y desconcierto
para confundirme cada vez que la claridad de un enunciado me lleva a pensar que algo puede quedar resuelto
Leo porque apuesto por la razón frente al misterio porque me parece muy misteriosa esta apuesta por la razón
Leo en las Iconologías de Luigi Cesare estas palabras que no entiendo
porque para entenderlas debería dejarlas reposar
en la inmediatez de su inefable quietud
y no traerlas a la vida con el ritmo que mis ojos le imponen al intentar descifrarlas:

Nada mejor que olvidar el tiempo en el que sembramos aquello que jamás recogimos.
Nada mejor que invitar a un café a todas las miradas que jamás descansaron en el confortable espacio que les brindamos.
Nada mejor que cerrar los ojos e imaginar que jamás imaginamos aquello que más tarde decidimos dejar u olvidar o languidecer lentamente en el rincón más apartado de nuestra memoria.
Nada mejor que caminar por la senda que nunca quisimos recorrer por miedo o cobardía, por debilidad o fortaleza, por aversión o devoción a los caminos ya trazados, por transitados o por evitados.
Nada mejor que olvidar el último beso de aquella mujer a la que jamás besaste o el último abrazo de aquélla otra cuyos brazos ni siquiera llegaste a rozar. .
Nada mejor que romperse en dos o en tres o en cuatro o mil partes a seguir de una pieza junto a la última humillación de aquellos que jamás te han humillado.
Nada mejor que rezar a un dios desconocido que confesar tus miserias a uno que todos creen conocer pero que se inventó inombrable, incognoscible, inefable misterio irresoluble salvo en su sesgo numinoso.
Nada mejor que seguir a quien nunca buscó acólitos o fieles o mejor no seguir a nadie salvo a la sombra que proyecta la duda sobre el más infeliz de los mortales.
Nada mejor que verter el vino en la boca que rechaza o en los labios que huyen del seguro refugio de una sólida creencia o de la certeza que nace de una adhesión inquebrántable a una verdad considerada indudable.
Nada mejor que acostarse junto a aquél que jamás descansa o busca infatigable el susurro que emana de todo aquello que no ha sido aún domado, controlado, registrado y computado.

Dejo las palabras o ellas me dejan
nos dejamos cada uno con sus paradojas y contradicciones
con sus esquinas sin picos y sus círculos sin centro con el fantasma de que todo diálogo no pasa de ser un monólogo del lenguaje que sólo se habla a sí mismo.

Pienso que ya he hablado demasiado
que las palabras me escuecen poco después de ser pronunciadas
que el lenguaje me oxida el alma con sus idas y venidas
sus promesas y sus falsas intenciones
pienso que no he hablado lo suficiente
que las palabras me saludan desde el verso imaginado
que las rimas a las que me arrimo sin segundas intenciones contribuyen a la regulación de mi ph afectivo
ni demasiado ácido ni demasiado neutro
Pienso que nunca dejaré de hablar
que nunca dejaré de pensar que hablo demasiado
y que ya soy demasiado mayor para seguir fingiendo que no sé lo que en esta vida se juega cuando las reglas del juego cambian en cada intento de ganar o perder la partida

Hoy ya me callo ya me amordazo o me aprieto la mordaza que he tejido con otros a mi lado o más lejos
en sus despachos o en sus habitaciones o en sus camas o en embutidos en sus fundas de juicios y prejuicios
hoy ya me largo con la sensación de no haber llegado todavía a alcanzar la lucidez
ni siquiera de haberla rozado
pues estoy vivo y sigo leyendo y pensando y escribiendo