All we are is dust in the wind

All we are is dust in the wind

A NADIE PRETENDO COMUNICAR CERTEZA ALGUNA. NO LAS TENGO.

A lo sumo alguna conjetura, siempre desde la incertidumbre.

Hace años lo aprendí de Albert Camus. Más tarde, unas palabras de Michel Foucault volvieron a recordármelo: No hay que dejarse seducir por las disyunciones, ni aceptar acríticamente los términos del dilema: o bien se está a favor, o bien se está en contra. Uno puede estar enfrente y de pie.

"La idea de que todo escritor escribe forzosamente sobre sí mismo y se retrata en sus libros es uno de los infantilismos que el romanticismo nos legó...las obras de un hombre trazan a menudo la historia de sus nostalgias o de sus tentaciones, casi nunca su propia historia" (Albert Camus)

http://books.google.es/books?id=GiroehozztMC&pg=PA25&source=gbs_toc_r&cad=4#

PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA. Paco Fernández.


domingo, 13 de septiembre de 2009

Como hacen los libros viejos









Inclinado sobre la última sensación que me ligaba a los sueños de mi adolescencia recito el último verso de un poema hecho de azares y laberintos. Las palabras se rebelan contra el lenguaje y los sueños se vierten como lluvia transparente sobre los restos de las ilusiones que como libros viejos también han sido olvidadas. Ya sé que no somos versos, ni rimas, ni el ritmo sincopado que inventa un saxofón cuando desnuda la noche de certezas. Ya sabes, te miro y te admiro, y ahora que estás dormida te robo un sueño y me lo llevo escondido en mis entrañas y lo cuido y lo alimento y lo mimo con mis manos y mis ojos y mi boca y me lo llevo dentro, lo envuelvo entero y no puedo evitar, pese a mis cuidadosos intentos de hacerlo mío, que poco tiempo después el sueño robado desaparezca y viaje errante por el mundo hasta volver, no sé cuando ni cómo, desnudo a ti, su dueña. Se hace de noche y el día me ha vuelto a robar tu presencia. Miro alrededor y escucho el silencio de las fotos y de los libros que callan porque no son más que letras e imágenes sin derecho a la palabra. Se hace de noche y el aire trae olores y sabores de ausencia. Pienso en los minutos y las horas que me quedan para ser nada y no me salen las cuentas. Se hace de noche en la espiral de mis inquietudes de las que brotan espontáneamente las islas y los islotes de tantas y tantas pequeñas cosas que ha producido esta vida. Cierro los ojos y me olvido de ser -como hacen los libros viejos con todos aquellos que, alguna vez, repararon en ellos-. Abro los ojos y recuerdo que la existencia le tiene horror al vacío.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Spin



El amor romántico es una más de las diferentes formas de obsesión: una idea, un cuerpo, un rostro o una imagen que se instala en la mente, perturbándola e intensificando su poder idealizador de personas, situaciones o cosas. Y no hay amor sin el movimiento de aquéllos que participan en estas anomalías de la psique. Asi, en ocasiones, tengo la sensación de que tú giras en un sentido, por ejemplo, el de las agujas del reloj y yo lo hago en el contrario; tú piensas el mediodía y yo el atardecer. Como giramos según el eje que define nuestro cuerpo o nuestro modo particular de entender el mundo y la vida, ocurre que nos encontramos frente a frente sólo unas décimas de segundo en las que nos miramos, nos soñamos, nos anhelamos y terminamos confiándonos al poder redentor de la memoria. La velocidad del giro impide que podamos vernos el tiempo suficiente como para poder comenzar a entendernos. Con la imagen aún en la retina continuamos girando, amando, obsesionados por volver a encontrarnos.