Aforema 1253 De amor y/o amistad
II
Quienes establecen la
incompatibilidad de Eros y Philia suelen remitirse a la contraposición entre
una amistad construida sobre la base de la libertad y la racionalidad y un amor
basado en la pasión irracional y el impulso enajenante. Sería infructuoso intentar
delimitar las fronteras que configuran el ámbito de lo racional y de lo
irracional, de la libertad y de la pasión. El sentido común nos basta para
dilucidar esta cuestión. La paleontología muestra que la contraposición
establecida es frágil y susceptible de ser refutada. Jean Courtin* ha mostrado
que la eclosión del sentimiento amoroso está estrechamente ligada al desarrollo
del cerebro y la emergencia del homo sapiens, es decir, de los incipientes
destellos de racionalidad que comienza a mostrar la especie humana.
Racionalidad definida también por dos actividades eminentemente humanas que
nacen al mismo tiempo que el vínculo amoroso: el cuidado de los muertos y la
revolución en el arte. Amar, dar sepultura y la creación artística
configuran un espacio de expresión de las emociones transido de racionalidad y
de imaginación. Al mismo tiempo, las relaciones endogámicas se van abriendo a
una las exogámicas, y el acto sexual comienza a desvinculare del coito animal
con el descubrimiento de la posición del misionero. Así pues, amor significa
deseo, pasión, pero, también, una nueva forma de relación “humana” ligada estrechamente
a la racionalidad: cualidad que algunos intentar hurtarle a la relación amorosa
cuando la pintan ciega frente a la claridad y transparencia de la amistad. Lo
más que se puede conceder a aquellos que han ennoblecido la philia en detrimento
de eros, es que en tanto actividades y relaciones humanas son vehículo tanto de
actitudes racionales como irracionales. Si es que alguien es capaz de delimitar
las singularidades de unas y otras.
*Historiador de la prehistoria, director de Investigaciones
del CNRS (Centro Nacional de Investigación Científica).