All we are is dust in the wind

All we are is dust in the wind

A NADIE PRETENDO COMUNICAR CERTEZA ALGUNA. NO LAS TENGO.

A lo sumo alguna conjetura, siempre desde la incertidumbre.

Hace años lo aprendí de Albert Camus. Más tarde, unas palabras de Michel Foucault volvieron a recordármelo: No hay que dejarse seducir por las disyunciones, ni aceptar acríticamente los términos del dilema: o bien se está a favor, o bien se está en contra. Uno puede estar enfrente y de pie.

"La idea de que todo escritor escribe forzosamente sobre sí mismo y se retrata en sus libros es uno de los infantilismos que el romanticismo nos legó...las obras de un hombre trazan a menudo la historia de sus nostalgias o de sus tentaciones, casi nunca su propia historia" (Albert Camus)

http://books.google.es/books?id=GiroehozztMC&pg=PA25&source=gbs_toc_r&cad=4#

PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA. Paco Fernández.


domingo, 26 de diciembre de 2021

Aforema 4. La estupidez

 

Aforemas sobre un idiota del siglo XXI 

4

El idiota (yo) se mira al espejo y constata una de sus idiosincrasias más significativas: la estupidez. Quizás no sea sino otra de las formas que adopta la idiotez. El idiota (yo) es estúpidamente fetichista, pues no alcanza a entender la evidente distinción que hay entre las palabras y las cosas, entre el lenguaje y los hechos. El idiota (yo) se refugia en las palabras para no hacer frente a los hechos, piensa para evadirse de la acción. El idiota (yo) es un timorato que disfraza de virtudes sus complejos, es un profesional de la comedia, sobre todo cuando se empeña en concebir su vida como una tragedia que magnifica lo negativo y desprecia lo positivo.  

Coda

La cuestión ineludible del idiota: How Could I Be Such a Fool? (Frank Zappa dixit)

 


 

 

 

Aforema 3. La tensión exacerbada

 Aforemas sobre un idiota del siglo XXI

3

    El idiota (yo) es la expresión de la tensión hiperbólica irresoluble entre el pensar y el hacer, la teoría y la praxis, el conocimiento (o la ignorancia de aquel que cree saber lo que no sabe) y la vida, la filosofía (o la ideología –si es que se pueden trazar los límites entre ambas) y la acción. La idiotez no se genera con la tensión, sino con la exacerbación de la misma. La tensión exacerbada se convierte en un instrumento que produce, a su vez, toda suerte de evasivas y subterfugios para enmascarar su origen: la idiotez que intenta encubrir. El idiota (yo) es un pusilánime y un epítome de la impotencia: sufre de vértigo existencial ante los asuntos más nimios de la vida cotidiana, pues no los afronta como lo que son, sino como síntomas o efectos de un deterioro más profundo de sí mismo y de sus relaciones con los demás.