En diciembre de 1948, Albert Camus publica en Combat una respuesta a la crítica que Gabriel Marcel había hecho a Estado de sitio. Marcel se sorprendió de que Camus situase en España una obra sobre la tiranía totalitaria. Además, lo acusó de falta de coraje y de honestidad.
Sorpresa evidente dado que su clericalismo anticomunista o su anticomunismo clerical le habían llevado a confundir las cosas y a suponer en Camus lo que éste no estaba dispuesto a tolerar: que el anticomunismo justificase la ausencia de crítica a las dictaduras totalitarias de derechas. Es decir, Marcel “...acepta silenciar un terror para combatir mejor otro terror.” Y luego, la postura de la Iglesia. Justificada por Marcel, inadmisible para Camus.
Camus sitúa en el mismo plano a Hitler, Stalin y Franco. Este último tuvo el privilegio de ser el iniciador de la serie totalitaria ya que “...las primeras armas de la guerra totalitaria se empaparon en sangre española...en 1936 un general rebelde sublevó, en nombre de Cristo, a un ejército de moros para arrojarlo contra el gobierno legal de la República española, hizo triunfar una causa injusta tras imperdonables matanzas y comenzó, a partir de ese momento, una atroz represión que dura ya diez años y que no ha terminado todavía...”
¿Qué papel le adjudica Camus a la Iglesia? Veamos. Dice Camus: “...a la faz del mundo, el papel de la Iglesia de España fue odioso...Y la Iglesia entera estaría involucrada en el increíble escándalo de los obispos españoles que bendecían los fusiles de ejecución...”
«El coche de bomberos que desapareció»(«Brandbilen som försvann») – Maj
Sjöwall y Per Wahlöö (1969)
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El coche de bomberos que desapareció es la quinta entrega del comisario
Martin Beck. La novela comienza con el suicidio de Ernst Sigurd Karlsson.
En la hab...
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