All we are is dust in the wind

All we are is dust in the wind

A NADIE PRETENDO COMUNICAR CERTEZA ALGUNA. NO LAS TENGO.

A lo sumo alguna conjetura, siempre desde la incertidumbre.

Hace años lo aprendí de Albert Camus. Más tarde, unas palabras de Michel Foucault volvieron a recordármelo: No hay que dejarse seducir por las disyunciones, ni aceptar acríticamente los términos del dilema: o bien se está a favor, o bien se está en contra. Uno puede estar enfrente y de pie.

"La idea de que todo escritor escribe forzosamente sobre sí mismo y se retrata en sus libros es uno de los infantilismos que el romanticismo nos legó...las obras de un hombre trazan a menudo la historia de sus nostalgias o de sus tentaciones, casi nunca su propia historia" (Albert Camus)

http://books.google.es/books?id=GiroehozztMC&pg=PA25&source=gbs_toc_r&cad=4#

PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA. Paco Fernández.


miércoles, 15 de junio de 2011

Charlie Mingus, Freud, su esposa y el jazz



Las improvisadas notas, rápidas y breves, dejan paso a una melodia que muere y renace sin dejarse atrapar por el lenguaje que exhibe el pentagrama. Son algunos minutos en los que la trompeta dialoga y discute con la sección rítimica. El saxo alto, más hábil en la administración del ritmo improvisado de la pieza, le roba el espacio, el pentagrama y el sonido, exhibiendo, indifirente a las inquietudes del trompetista -que responde salpicando el aire de notas parecidas a picaduras de insectos-, un continuo flujo de sonidos que se mezclan con los gritos contenidos del bajista. Es el año 1960 y Charlie Mingus registra la grabación ALL THE THINGS YOU COULD BE BY NOW IF SIGMUND FREUD'S WIFE WAS YOUR MOTHER: ocho minutos de música que basculan entre el Be Bop y el Free Jazz. 

Michel Houellebeck: una definición y un principio



Leo el intercambio de e-mails entre Bernard-Henri Lévy y Michel Houellebeck que Anagrama ha publicado con el título ENEMIGOS PÚBLICOS. Un libro que podría perfectamente situarse en el "género" de la literatura de confesión. Un libro que seduce a tipos, como yo, "formados" en esa filosofía periodística (dicho sin ningún matiz peyorativo, sino todo lo contrario) que se ha desarrollado en Francia desde el siglo XVIII hasta nuestros días. Leo la definición del término REACCIONARIO:

"...es el que juzga preferible un estado anterior de la organización social, piensa que es posible restaurarlo y que milita en ese empeño." (p. 113)

Me gusta la definición. Por su simplicidad. Por su concisión. Por su precisión. Por su capacidad para procurarme la certeza de que yo no soy tal cosa, de que las soluciones del pasado no sirven para resolver los problemas del presente. Es un certeza sin fisuras, sin grietas.

Me gusta, además, el principio que apunta Houellebeck poco más adelante: "la irreversibilidad absoluta de todo proceso de degradación, una vez iniciado." La realidad es entrópica, física, moral e intelectualmente hablando.

Por ello, me mantengo firme en mi certeza, Acudo a Houellebeck para traer aquí sus palabras y hacerlas mías: "La idea de reacción no se le ocurre siquiera a nadie que esté hasta tal punto convencido del carácter ineluctable de todo declive, de toda pérdida." (p. 113)