All we are is dust in the wind

All we are is dust in the wind

A NADIE PRETENDO COMUNICAR CERTEZA ALGUNA. NO LAS TENGO.

A lo sumo alguna conjetura, siempre desde la incertidumbre.

Hace años lo aprendí de Albert Camus. Más tarde, unas palabras de Michel Foucault volvieron a recordármelo: No hay que dejarse seducir por las disyunciones, ni aceptar acríticamente los términos del dilema: o bien se está a favor, o bien se está en contra. Uno puede estar enfrente y de pie.

"La idea de que todo escritor escribe forzosamente sobre sí mismo y se retrata en sus libros es uno de los infantilismos que el romanticismo nos legó...las obras de un hombre trazan a menudo la historia de sus nostalgias o de sus tentaciones, casi nunca su propia historia" (Albert Camus)

http://books.google.es/books?id=GiroehozztMC&pg=PA25&source=gbs_toc_r&cad=4#

PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA. Paco Fernández.


lunes, 23 de abril de 2012

Esperanza y desesperación




Comenzaré con un exabrupto: la felicidad es proporcional a la desesperanza que se es capaz de soportar. Y quisiera precisar que estar desesperanzado no se identifica con estar desesperado. El desesperado es aquél que confundió sus propios deseos con la realidad. Y se equivocó al adoptar dicha actitud. No tener esperanzas no significa estar desesperado, sino, más bien, no vivir presa de la ilusión existencial que conduce a una interpretación errónea de la realidad. No tener esperanzas es síntoma de lucidez,  apunta a una visión optimista de la vida y configura un modo “cronópico” de mantenerse ligado estrechamente a la realidad. La expectativa es más real que la esperanza, la cual se anuda a una distorsión del presente ordenándolo a un futuro improbable. La expectativa, sin embargo, nace de una relación sagital con el presente. La esperanza “espera”, la expectativa nos lanza hacia el futuro sobre la base de una acción que excluye la ilusión y se mantiene firme en la conciencia de la viabilidad de lo probable ante la impostura de lo imposible. Ya no me gusta hablar de cosas imposibles porque de lo posible se sabe demasiado. Me temo que se debe abandonar el terreno de lo imposible y explorar todo aquello posible que una vez abandonamos por cobardía, temor o, simplemente, pereza. Me temo que aquí el poeta también se equivocó. Yo, por mi parte, no sé si acierto. Hace tiempo que decidí formar parte de ese grupo de “junta-palabras”, admiradores de Albert Camus, que admiten como única norma el considerar que, se diga lo que se diga, siempren creen no tener razón.