All we are is dust in the wind

All we are is dust in the wind

A NADIE PRETENDO COMUNICAR CERTEZA ALGUNA. NO LAS TENGO.

A lo sumo alguna conjetura, siempre desde la incertidumbre.

Hace años lo aprendí de Albert Camus. Más tarde, unas palabras de Michel Foucault volvieron a recordármelo: No hay que dejarse seducir por las disyunciones, ni aceptar acríticamente los términos del dilema: o bien se está a favor, o bien se está en contra. Uno puede estar enfrente y de pie.

"La idea de que todo escritor escribe forzosamente sobre sí mismo y se retrata en sus libros es uno de los infantilismos que el romanticismo nos legó...las obras de un hombre trazan a menudo la historia de sus nostalgias o de sus tentaciones, casi nunca su propia historia" (Albert Camus)

http://books.google.es/books?id=GiroehozztMC&pg=PA25&source=gbs_toc_r&cad=4#

PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA. Paco Fernández.


miércoles, 27 de abril de 2016



Aforema 1847 Del amor y/o de la amistad. A propósito de un libro de G. Steiner.

En Fragmentos* de George Steiner encuentro un capítulo titulado “Amistad, homicida del amor”. El punto de vista recoge el tópico enraizado en la tradición: una relación sentimental o amorosa expulsa fuera de sus límites cualquier tipo de relación de amistad entre los implicados. O, a la inversa, una relación sentimental debe desalojar a Eros de su seno si aspira a suscitar una relación de amistad entre los amantes.En definitiva, o se es amante o se es amigo, pero no se puede ser amante y amigo.
No es necesario definir los términos (amistad/philia y amor/eros) pues me remito a su uso en el lenguaje cotidiano. Todos sabemos usar ambos, aunque seamos conscientes de las dificultades que encierra la tarea de intentar definirlos. Steiner tampoco lo hace. Nos habla de los beneficios de la amistad: “…la compensación de la existencia humana…el enigma de la gracia que le permitida al hombre (caído).” Y se pregunta: “…¿cómo es que la amistad ‘asesina’ al amor?”

¿Qué asesina la amistad? Steiner realiza una exposición en la que se dan cita las diferentes modalidades del amor, desde la necrofilia hasta el amor platónico, y de sus consecuencias ligadas a la sexualidad: desde el masoquismo hasta el sadismo, pasando por la coprofilia y la necrofilia. Pero esta reflexión previa es anecdótica. Tras ella, Steiner insiste en la pregunta: “…¿cómo puede ser que la amistad ‘asesine’ al amor?”

La respuesta es una colección de tópicos que en el mejor de los casos solo ilustran lo que ocurre en el paradigma del amor-posesión o del amor romántico. Y en dicho paradigma, Steiner tiene razón cuando afirma que la amistad está “enraizada en la libertad” y libre de “los imperativos de la sensualidad”. Pero la historia y la realidad son complejas y plurales. Hubo y hay relaciones que no se someten a dicho paradigma. Y no son una excepción. Lo que ocurre es que cuando se habla de amor-posesión, la posesión anula el amor. Y la relación obedece más a la situación del amo y del esclavo que a la del amante y amigo. ¿Acaso la relación amorosa está menos enraizada en la libertad que otro tipo de relaciones? ¿Acaso el cuerpo, la sensualidad, debe ser pensado como un obstáculo y no, precisamente, como el vehículo transmisor de una espiritualidad necesaria para conjuntar eros y philia? ¿Acaso la amistad, para ser tal, ha de ser desapasionada? ¿Es la pasión una objeción? ¿No es la pasión el fuego que alimenta la comunión de las almas? No le pasa desapercibida esta objeción a Steiner cuando señala que “…la amistad es aquello que apasiona dentro de la razón, dentro de la bondad desinteresada que hace generoso el pensamiento e inteligente al corazón.” Pero, entonces, ¿qué demos pensar siguiendo esta línea de razonamiento? ¿Que la pasión amorosa es irracional, interesada, egoísta y propia de corazones estúpidos? No lo creo. Eros, como philia, exige la razón, el desinterés, la generosidad y el conocimiento. En cualquier otro caso, no es Eros, sino incapacidad, temor a la soledad o ansía de dominio.

Steiner entra en materia al afirmar que “En el matrimonio, en cualquier experiencia erótica prolongada, la amistad puede resultar fatal. Los amantes no son amigos.” ¿Sus argumentos? El vaivén de peleas y reconciliaciones que caracterizar a Eros. ¿Acaso la amistad está libre de estas contingencias? Por supuesto, el deseo que todo lo enmaraña. Y la tristeza que sigue al coito (Post coitum tristitia). Y para rematar, Steiner recurre a la sentencia freudiana de que “…pasados los cuarenta y cinco años, el sexo es un poco degradante.” O sea que el conflicto (inevitable en las relaciones humanas), el deseo (necesario para las relaciones humanas) y la tristeza (inevitable en las relaciones humanas) son objeciones que imposibilitan una relación de amantes-amigos. Allí donde Steiner ve objeciones, yo vislumbro motivos. Allí donde Steiner observa obstáculos, yo imagino puentes y arietes para destruir muros. Steiner rebaja el sexo a un batiburrillo de jadeos “risibles” y “repugnantes” que la pareja debe desalojar de su relación para que germine la amistad. Lo cual contrasta con mi idea (y mi praxis) de que el sexo es una variedad del tacto que nos reconcilia con la vida y con el mundo. Donde el encuentra tristeza post coitum, yo encuentro plenitud y dicha. 

La historia y la vida han enfrentado a Eros y Philia. Steiner lo ha constatado. A lo largo de esa misma historia y de esa misma vida, hay quien no solamente no los ha enfrentado sino que los ha pensado y los ha vivido de un modo armónicamente conflictivo. Quien lo probó, lo sabe: la felicidad quizás se revele justo en ese momento en el que uno mira a su amante y encuentra en él o ella, un amigo.

*George Steiner. Fragmentos. Siruela, Madrid, 2016