(...) Esta noche, el teatro está invadido copiosamente por cronopios, que no contentos con desbordarse por la sala y trepar hasta las lámparas, invaden el escenario y se tiran por el suelo, se apelotonan en todos los espacios disponibles o no disponibles, con inmensa indignación de los acomodadores que, ayer nomás, en el concierto de flauta y arpa tenían un público tan bien educado que era un placer. Aparte de que estos cronopios no dan mucha propina, y siempre que pueden se ocupan por su cuenta y no le hacen caso al acomodador. Como los acomodadores son en general esperanzas, se deprimen sensiblemente ante esta conducta de los cronopios y con suspiros profundos, encienden y apagan sus linternas, que en las esperanzas es una señal de gran melancolía.
Otra cosa que hacen inmediatamente los cronopios es ponerse a silbar y a gritar en forma sobresaliente reclamando a Louis que, muerto de risa, los hace esperar un rato, nada más que para divertirse. De modo que la sala de teatro de Champs Elysées se balancea como un hongo mientras los cronopios entusiasmados llaman a Louis y multitud de aeroplanos de papel vuelan por todos lados y se meten en los ojos y los cuellos de famas y esperanzas que se retuercen indignados, y también de cronopios que se levantan enfurecidos, agarran el aeroplano y lo devuelven con terrible fuerza, gracias a lo cual las cosas van de mal en peor en el teatro de Champs Elysées (...)
Fragmento de LOUIS, ENORMÍSIMO CRONOPIO de Julio Cortazar (¡Claro!)
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