All we are is dust in the wind

All we are is dust in the wind

A NADIE PRETENDO COMUNICAR CERTEZA ALGUNA. NO LAS TENGO.

A lo sumo alguna conjetura, siempre desde la incertidumbre.

Hace años lo aprendí de Albert Camus. Más tarde, unas palabras de Michel Foucault volvieron a recordármelo: No hay que dejarse seducir por las disyunciones, ni aceptar acríticamente los términos del dilema: o bien se está a favor, o bien se está en contra. Uno puede estar enfrente y de pie.

"La idea de que todo escritor escribe forzosamente sobre sí mismo y se retrata en sus libros es uno de los infantilismos que el romanticismo nos legó...las obras de un hombre trazan a menudo la historia de sus nostalgias o de sus tentaciones, casi nunca su propia historia" (Albert Camus)

http://books.google.es/books?id=GiroehozztMC&pg=PA25&source=gbs_toc_r&cad=4#

PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA. Paco Fernández.


jueves, 2 de abril de 2020

2 de abril

A propósito de una declaración del filósofo Carlos Garcia Gual: 

"Las Humanidades no han fracasado; la sociedad ha perdido el sentido de la sabiduría"

querría yo decir las siguientes palabras: 

 La sabiduría no coincide con la erudición. Hay eruditos que no llegan a ser sabios y sabios que no necesitan ser eruditos. Luego está la filosofía, que, a mi juicio, exige una cierta "erudición inútil". Inútil aquí tiene un sentido positivo, al contrario de lo que dicta un cierto sentido común. Inútil para aquellos que tiene solamente un sentido pragmático de las cosas, para aquellos que confunden utilidad y valor. ¿Cuántas cosas valiosas carecen de utilidad precisa? Las personas pueden resultarnos útiles o no, según el tipo de relación que tengamos con ellas: laboral, profesional, de amistad, etc. Ahora bien, en todas ellas hay un valor intrínseco que trasciende la historia: la dignidad. Es, precisamente, el valor sobre el que se apoya toda ética y toda moral. Además, es un valor universal que no le debemos a los griegos -que, por otra parte, tantas cosas les debemos- sino al Cristianismo, cuando formuló que "todos somos hijos de Dios". El creyente y el ateo -o agnóstico- no pueden sino coincidir en este aserto. La sabiduría o filosofía práctica no tiene sentido si no entendemos que a pesar de las diferencias que existen entre las personas, es el valor intrínseco de la dignidad el que nos une en una sola comunidad. Y se me dirá: esto es teoría, buenismo, utopía, etc. No lo niego. Pero ¿no es acaso la ética -la sabiduría- el intento permanente, constante, interminable, de domesticar nuestra naturaleza según principios que nos trascienden?


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