All we are is dust in the wind

All we are is dust in the wind
No hay que desperdiciar una buena ocasión de quedarse callado (Jorge Drexler: SILENCIO)

A NADIE PRETENDO COMUNICAR CERTEZA ALGUNA. NO LAS TENGO.

A lo sumo alguna conjetura, siempre desde la incertidumbre.

Hace años lo aprendí de Albert Camus. Más tarde, unas palabras de Michel Foucault volvieron a recordármelo: No hay que dejarse seducir por las disyunciones, ni aceptar acríticamente los términos del dilema: o bien se está a favor, o bien se está en contra. Uno puede estar enfrente y de pie.

"La idea de que todo escritor escribe forzosamente sobre sí mismo y se retrata en sus libros es uno de los infantilismos que el romanticismo nos legó...las obras de un hombre trazan a menudo la historia de sus nostalgias o de sus tentaciones, casi nunca su propia historia" (Albert Camus)

http://books.google.es/books?id=GiroehozztMC&pg=PA25&source=gbs_toc_r&cad=4#

PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA. Paco Fernández.


domingo, 8 de abril de 2012

Texto cervicálgico contra las derechas y las izquierdas: I fought the law and the law won

La rigidez de la zona cervical que ha bloqueado mi cuello pero no mis dedos ha generado, en el curso de la lectura de un texto biográfico sobre Michel Foucault, el siguiente panfletillo:
 

Somos ciudadanos. Usted y yo, también los demás, somos ciudadanos. Frente a nosotros aquéllos que detentan el poder político –biopolítico- (y económico, y cultural, y etc.). Somos  sujetos de derechos y de deberes y estamos “sujetos” a una determinada forma de gobierno. Más allá o más acá de posiciones estratégicas de carácter ideológico –derechas o izquierdas, conservadoras o progresistas- nuestra común ciudadanía nos impele a levantarnos contra todos los abusos del poder, independientemente de quién sea el autor y quiénes sean las víctimas. Somos ciudadanos y tenemos en común el hecho de ser gobernados. Ahí reside la clave de nuestra solidaridad. Los gobernantes afirman que su objetivo es el bien común, la felicidad de los gobernados. Y así se reservan el derecho de condenar al ciudadano a pagar las deudas generadas por sus decisiones y negligencias. La responsabilidad es una cualidad ajena y extraña a nuestros gobernantes. Somos ciudadanos y rechazamos la economía de las funciones que disponen: la indignación para el ciudadano, la acción para el gobernante. Indignación lírica que fomentan y se adecúa perfectamente a su intereses. La indignación del ciudadano le viene bien al político mientras ésta se inscriba exclusivamente en el ámbito de lo teórico y no se proyecte en el ámbito de la praxis. Vosotros indignaos y hablad que nosotros decidiremos, dicen confiados. Somos ciudadanos y basta ya de indignación ritualizada en gestos y manifestaciones inocuos. La asepsia ciudadana debe dejar paso a la tarea de quitar a los políticos el monopolio de la acción. Sobre todo, cuando ésta se encuentra desprovista de una evaluación de sus consecuencias. 



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenas, he leido en general todo el contenido que usted ha expuesto en su blogs. Sin embargo, tengo que decirle que la información de los artículos del holocausto nazí me han servido de ayuda a la hora de comprender bien de lo que pasó en realidad a pesar de otras fuentes de información. Antes de desperdirme le dejo a usted un articulo que extraido de una página sobre: La revuelta de la calle Rosenstrasse, que en su contenido incluye la historia de Alemania en tiempos del mandato de HITLER. Un Saludo. espero su contestación.ESPERO QUE LE RESULTE UTIL.

DIRECCIÓN DE LA PÁGINA: http://blogs.libertaddigital.com/enigmas-del-11-m/la-revuelta-de-la-calle-rosenstrasse-9124/

Paco Fernández Megual dijo...

Estimado anónimo, gracias, en primer lugar, por sugerirme el enlace. El problema de los judíos casados con mujeres alemanas o de los judíos mixtos (mislinge) fue uno de las cuestiones ampliamente tratadas en la reunión de Wannsee de enero de 1942 cuando representantes del gobierno nazi se reunieron para arbitrar una solución de la "cuestión judía". Allí se debatió si los mixtos, fuesen de primer o segundo grado, debían ser esterilizados o "evacuados" (término que se utilizó para designar la deportación y exterminio). Aunque finalmente se optó por la "evacuación" (tal y como aparece en el único documento que se conserva de dicha reunión: el acta de la misma), no se llevó a cabo tal y como se había planteado. No sé en qué medida hechos como la revuelta de la Rosentrasse influyeron en la decisión de no ejecutar la decisión tomada, pero, al menos, dicha manifestación tiene la virtud de ejemplificar aquello que planteo en mi entrada como rescatar la "acción" que ha sido monopolizada por el poder político. Gracias, de nuevo, por su contribución. Un saludo.