All we are is dust in the wind

All we are is dust in the wind

A NADIE PRETENDO COMUNICAR CERTEZA ALGUNA. NO LAS TENGO.

A lo sumo alguna conjetura, siempre desde la incertidumbre.

Hace años lo aprendí de Albert Camus. Más tarde, unas palabras de Michel Foucault volvieron a recordármelo: No hay que dejarse seducir por las disyunciones, ni aceptar acríticamente los términos del dilema: o bien se está a favor, o bien se está en contra. Uno puede estar enfrente y de pie.

"La idea de que todo escritor escribe forzosamente sobre sí mismo y se retrata en sus libros es uno de los infantilismos que el romanticismo nos legó...las obras de un hombre trazan a menudo la historia de sus nostalgias o de sus tentaciones, casi nunca su propia historia" (Albert Camus)

http://books.google.es/books?id=GiroehozztMC&pg=PA25&source=gbs_toc_r&cad=4#

PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA. Paco Fernández.


lunes, 18 de abril de 2011

Eliezer Ben-Yehuda, Herlz y el hebreo



T. Herlz fue, sin lugar a dudas, el ideólogo del Sionismo: una idea descabellada, cuando fue formulada en su libro El Estado judío, que pretendía el objetivo de infundir un sentimiento nacional moderno a comunidades judías heterogéneas y dispersas por el mundo.  Este sentimiento nacional debía tener en cuenta la lengua, la futura lengua del Estado de Israel. Herlz desestimó el hebreo como lengua del futuro Estado. Su argumento utilitarista se resume en una doble pregunta: “¿Hemos de hablar hebreo entre nosotros? ¿Quién de nosotros sabe bastante hebreo como para pedir un billete de tren?” ¿Qué lengua será la más adecuada si hablamos de un pueblo con múltiples lenguas? Aquella, apunta Herlz, que  “…resulte más útil en la vida cotidiana se impondrá, sin violencia, como idioma principal.”

El hebreo se constituyó como la lengua oficial del Estado de Israel. Y en este hecho, la figura de Eliézer Ben-Yehuda fue de capital importancia, pues, desde muy joven, acometió la empresa de restablecer la lengua hebrea y apostar por su implantación en el futuro Estado, comenzando por incluir su estudio en el incipiente sistema educativo judío en Palestina. Su idea era que el hebreo debía ser la lengua de comunicación entre los judíos, sustituyendo así al yiddish y demás dialectos usados hasta entonces.

Eliezer Ben-Yehuda nació en Luzhki, al norte de la actual Bielorrusia, en 1858, y murió en Jerusalén en 1922. Estudió, desde muy joven la Torah, la Mishná y el Talmud. Así pues, pronto se familiarizó con el hebreo bíblico y el talmúdico. Más tarde, conoció el hebreo moderno de la Haskalá en obras y textos laicos. Aprendió francés, alemán y ruso, y ya en la Universidad de París, donde estudió historia y política de Oriente Medio, entró en contacto de nuevo con el hebreo y su uso en contextos no religiosos.

Emigró a Palestina, y una vez allí, en 1884, comenzó a publicar EL CIERVO, un periódico en hebreo que defendía y propagaba las ideas sionistas. Su hijo, Ben-Zion Ben-Yehuda, fue el primer hablante nativo de hebreo moderno.

Según Cecil Roth, Antes de Ben-Yehuda... los judíos podían hablar hebreo, tras él lo hicieron.

NB
Fuentes: Wikipedia y El Estado judío de Theodor Herlz.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como bien señala nuestro anfitrión Paco fdez., el movimiento sionista se inserta en el proceso histórico de emancipación que se inició en Europa con las primeras revoluciones nacionales, a través de las cuales se aspiraba a despertar la conciencia de los pueblos en base a la existencia de un común denominador entre distintos grupos sociales y geográficos que compartían un idioma y un origen histórico.
A pesar de que los judíos se encontraban dispersos en numerosos países, intentando con mayor, menor o ningún éxito, asimilarse a ellos, el movimiento sionista defendió la concepción de la "unidad judía" y apeló a la memoria histórica y religiosa para movilizar el retorno a Eretz Israel (la Tierra de Israel) después de casi dos mil años de exilio.

Durante las últimas décadas del siglo XIX se generalizó en Europa otra ola de creciente antisemitismo. Miles de judíos estaban convencidos que esos ataques eran los últimos suspiros de un odio agonizante. Después de todo, a través de la emancipación, los judíos finalmente se habían "integrado" -o se les había permitido integrarse- a los entornos en los que vivían con la esperanza de neutralizar así una fuente de hostilidad que partía de su supuesta marginalidad. Pero otros, como Teodoro Herzl, estaban seguros de que el renovado antisemitismo no era un fenómeno pasajero, sino que constituía una prueba incontrovertible de que los judíos seguían siendo considerados un elemento negativo, ajeno a las sociedades europeas.

Con una nueva conciencia Herzl publicó en febrero de 1896 “El Estado Judío”, ensayo en el que concluyó que la única solución radicaba en el reestablecimiento de un Estado judío. Así, proclamó ante el mundo que los judíos aspiraban a crear un hogar nacional en la tierra de sus antepasados.
Eliezer Ben Yehuda completó el sueño sionista de Herzl: el Estado Judío debe hablar la lengua judía: el hebreo.

Spitfire.