All we are is dust in the wind

All we are is dust in the wind

A NADIE PRETENDO COMUNICAR CERTEZA ALGUNA. NO LAS TENGO.

A lo sumo alguna conjetura, siempre desde la incertidumbre.

Hace años lo aprendí de Albert Camus. Más tarde, unas palabras de Michel Foucault volvieron a recordármelo: No hay que dejarse seducir por las disyunciones, ni aceptar acríticamente los términos del dilema: o bien se está a favor, o bien se está en contra. Uno puede estar enfrente y de pie.

"La idea de que todo escritor escribe forzosamente sobre sí mismo y se retrata en sus libros es uno de los infantilismos que el romanticismo nos legó...las obras de un hombre trazan a menudo la historia de sus nostalgias o de sus tentaciones, casi nunca su propia historia" (Albert Camus)

http://books.google.es/books?id=GiroehozztMC&pg=PA25&source=gbs_toc_r&cad=4#

PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA. Paco Fernández.


domingo, 16 de junio de 2024

Aforema 1005 Una verticalidad infinita (Revisited)

 

Una verticalidad infinita

 

Libre y feliz en esta alcoba clandestina

Amo tu lúbrico gemido insurrecto

(Félix Grande)

 

 

Ella fue mi antídoto contra el tiempo y contra el sinsentido. Ella era el horizonte que dibuja mi alma cuando intentaba un nuevo verso y tropezaba con el recuerdo de un beso. Me dejaba llevar por las sutiles artes seductoras de la memoria y evocaba una escena: “Al ritmo de la música nos desnudamos y nos acariciamos como si la piel fuese el pentagrama en el que se dibujan las notas de un viejo Blues”. 

Porque sabía que dentro de ella había un tiempo denso en el que flotaban mis torpes versos. El deseo navegaba por las huidizas notas azules que fluían indiferentes al acto de amor que mis labios dibujaban en sus labios. Mi boca hablaba a su boca con el lenguaje que inventaban mis manos cuando se encontraban con tu sexo, mis dedos enredados en su vello púbico y mi lengua era una mariposa que aleteaba sobre Venus. Entonces, su rostro se inundaba de tiempo denso.

El coño es la manifestación de un misterio cuyo desciframiento resulta, al mismo tiempo, imposible e inevitable. El coño es una vocación: su perfecta arquitectura subyuga y su olor, su sabor y su tacto hacen de algunos sus devotos más fieles y entregados. Fieles a sus flujos y reflujos. Como un instrumento musical, el coño es finito y limitado en su estructura, pero ofrece la posibilidad de un número infinito de variaciones. El coño es el lugar de la improvisación creativa. Podemos transitarlo, dedicar nuestra vida a ello y, no obstante, jamás llegaremos a encontrar los límites de esta verticalidad infinita. Y es que cada coño tiene sus reglas, las dictadas por su propia naturaleza: hay coños generosos que se ofrecen sin máscara ni protocolos, coños avaros que gastan lo justo y guardan casi todo, coños de fuego y coños de hielo, coños de dirección única y coños que apuntan en todas direcciones, coños que cobijan sueños y coños que engendran pesadillas. Ahora bien, es inmune a cualquier intento taxonómico el coño que cobija el deseo que me habita.

He allí el sexo denso. Se añora el tiempo denso, el sexo cuando era un juego sin reglas ni normas ni lugares comunes. Noches en las que se cerraba la herida que abría el tiempo. Noches en las que el azar concitaba los labios con la coartada de quien se siente desgastado y necesita reconciliarse con el mundo. Cuerpos irónicos exentos de sarcasmo que decían todo sin emplear palabra alguna, que rodaban por la pendiente de la sonrisa vertical que diagramaba otros mundos. El tiempo denso, el saber del sabor que emana de un cunnilingus bien ejecutado, la eclosión del sentimiento muto, de la ciclópea mirada que otorgaba un sentido a lo que, en realidad, era un caos sin orden ni concierto. Mirar su cuerpo, tocarlo con la mirada, hundirse en su espalda, estar tan dentro que el encuentro convierte el amor, o la conciencia de la distancia que separa, en coito, anulación de la distancia porque ya no se puede estar más adentro. 

En el núcleo de la pareja estable o establecida en unos determinados hábitos y costumbres, se suele dar lo que he decidido llamar “el polvo de mantenimiento”. Una especie de ITV erótica de carácter teleológico cuya finalidad no es otra que constatar mediante documento abstracto, pero real, que la relación sentimental no ha sido socavada por los rigores y tiranías del tiempo y de la monotonía.  El polvo de mantenimiento es más bien un pacto de no agresión que no exige ni deseo ni ansía por demorarse a fuego lento en la piel del otro. Los cuerpos se inmolan en el altar de su propia obsolescencia con el objetivo de aceptarse en lo inaceptable. Los amantes se ignoran para jugar el papel que la vida conyugal les ha asignado en una espiral de fingimiento que posibilidad que al día siguiente la máquina social de la relación políticamente correcta siga funcionando. La pasión se sustituye por las rémoras que otros tiempos llamaron débito conyugal. Y cada uno de los amantes se solaza en la pura y egocéntrica autocompasión que conjuga nostalgia y re-sentimiento. Y los cuerpos dejan de ser senda, camino o verdad, para metamorfosearse en lamento del malentendido, es decir, razón, tránsito, mecanismo o remedio. El cuerpo ya no es deseo proyectado hacia lo incierto, sino humo en la memoria, Eros descolocado que añora el fuego de una boca que se alimenta de las brasas del incendio que un roce provocó en las entrañas. El aliento, el gemido, la voluptuosidad del movimiento ya no son premisas del encuentro, sino que ahora solo queda la lógica, el razonamiento, la inferencia que se deduce de haber restado todas las rimas y todos los besos que contenía aquel verso que se dibujó en los cuerpos.

Y es que el paradigma ecoerótico del amor romántico ha equivocado los términos. Tanto como el paradigma de la energía nuclear. Ambos se equivocaron al establecer las correspondencias. El dispositivo ecoerótico apostó por la fusión, el nuclear por la fisión. Ambos comparten el mismo problema: la gestión de los residuos. Y, sin embargo, ahí siguen, pariendo parejas hastiadas y generando contaminación

 

                                                If you want a lover

I'll do anything you ask me toAnd if you want another kind of loveI'll wear a mask for youIf you want a partner, take my hand, orIf you want to strike me down in angerHere I standI'm your man



 

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