Aforema 1112
Escribir es hablar de uno mismo, ciertamente,
pero, también, traicionarse uno a sí mismo. No hay contradicción alguna
cuando se realiza esta actividad tan poco natural. Decir, traicionarse,
no es otra cosa que pretender trasladar al lector la convicción de que
escribir es desnudarse ante los demás. Normalmente, salvo raras
excepciones, escribimos vestidos, bien sea con ropa de calle, en pijama
o, si el calor aprieta, con una camiseta y con, al menos, los calzoncillos
puestos (o las bragas). No lo voy a negar por ser demasiado evidente:
uno habla de sí mismo cuando escribe. Pero, también, no habla de sí
mismo cuando escribe. Más que nuestras creencias, filias o fobias,
nuestras afirmaciones o negaciones, la escritura muestra, directa o
indirectamente, nuestras inquietudes. La afirmación o la negación
siempre es provisional. La inquietud siempre permanece.
«El coche de bomberos que desapareció»(«Brandbilen som försvann») – Maj
Sjöwall y Per Wahlöö (1969)
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El coche de bomberos que desapareció es la quinta entrega del comisario
Martin Beck. La novela comienza con el suicidio de Ernst Sigurd Karlsson.
En la hab...
Hace 10 horas