All we are is dust in the wind

All we are is dust in the wind

A NADIE PRETENDO COMUNICAR CERTEZA ALGUNA. NO LAS TENGO.

A lo sumo alguna conjetura, siempre desde la incertidumbre.

Hace años lo aprendí de Albert Camus. Más tarde, unas palabras de Michel Foucault volvieron a recordármelo: No hay que dejarse seducir por las disyunciones, ni aceptar acríticamente los términos del dilema: o bien se está a favor, o bien se está en contra. Uno puede estar enfrente y de pie.

"La idea de que todo escritor escribe forzosamente sobre sí mismo y se retrata en sus libros es uno de los infantilismos que el romanticismo nos legó...las obras de un hombre trazan a menudo la historia de sus nostalgias o de sus tentaciones, casi nunca su propia historia" (Albert Camus)

http://books.google.es/books?id=GiroehozztMC&pg=PA25&source=gbs_toc_r&cad=4#

PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA. Paco Fernández.


martes, 28 de febrero de 2012

Europa, la filosofía y el judaísmo.



J.B. Metz ha llamado RACIONALIDAD ANAMNÉTICA a un nuevo modo -¿filosófico? ¿judío? ¿filosófico judío? -de pensar que surge con el Nuevo Pensamiento de F. Rosenzweig. La filosofía, desde Parménides hasta hoy, se ha consagrado al idealismo. Se ha saturado de “idealidad” hasta el punto de olvidarse de la realidad. Concretamente, la modernidad, no menos idealista que épocas anteriores, ha situado como algo ajeno a la razón lo contingente y concreto. No le interesa el hombre, tan sólo la humanidad, la esencia, lo universal y abstracto que hay en él. Griega y cristiana, la filosofía se ha instalado perfectamente en la prisión eidética platónica. La modernidad ha situado a los judíos al margen de la historia. La prisión platónica es una concepción del mundo y de la historia en la que el judaísmo no tiene cabida. Un mal y un bien. Extraños ante el tribunal de la razón y de la historia, el pensamiento judío goza de la libertad que genera una nueva y mejor perspectiva para emitir un juicio sobre la modernidad, sobre sus grandezas y sus miserias. El judaísmo quiere entrar en el movimiento de la historia. En filosofía ya no sólo hay que hablar de Atenas y Roma, Jerusalén tiene algo que decir al respecto. No sólo la filosofía, también la política. Europa es el lugar de la filosofía. Debe ser, por tanto, el lugar de la reivindicación de la memoria olvidada del pueblo al que se le negó la historia, el lugar que genere una nueva posibilidad para una razón consumida y una historia que se pretende consumada. El objetivo es una vindicación de la idea de universalidad, no tanto creando un diseño acorde a la razón grecolatina, sino en sentido negativo, removiendo los obstáculos que ésta ha ido creando a lo largo de su historia. Se trata de la recuperación de “lo judío”, no para yuxtaponerlo a “lo griego” o a “lo romano”: Si de Grecia viene el convencimiento de que Europa tiene un sentido, de Israel viene la creencia de que ese sentido nunca está dado. Hay que desmitificar la ilusión de que la racionalidad o universalidad de la razón se identifica con la particularidad greco-latino-germana. Dice Reyes Mate que el judaísmo es una “cuestión europea”, una “tradición oculta”, señala Hannah Arendt. Una exterioridad que puede resultar fecunda al ángel de la historia a cuyas espaldas se encuentran los escombros, la barbarie, que ha generado la cultura. La Europa greco-cristiana monopolizó el concepto de razón. Sus éxitos han quedado sepultados por sus grandes fracasos: la refutación de las grandes ideas: humanidad, libertad…     

PD

  El filósofo alemán Franz Rosenzweig nació en Kassel en 1886 y murió en Frankfurt del Meno en 1929. De familia judía asimilada, estudió historia y filosofía en Friburgo. Su tesis doctoral versó sobre Hegel y el Estado (1920). Frecuentó los círculos intelectuales y combatió en el ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial. La experiencia de la guerra lo llevó a romper de manera definitiva con el idealismo. Su obra capital es La estrella de la redención (1921). En Frankfurt fundó el Instituto de Estudios Judíos, en el cual enseñaron, entre otros, Buber, Scholem y Fromm. Su sistema filosófico, que ha resurgido con gran fuerza en los últimos años, resulta fundamental para la comprensión de grandes pensadores como Hegel, Kant o Schelling, así como para acercarse a autores más contemporáneos como Walter Benjamin y Emmanuel Levinas, sobre los que influyó de manera decisiva.

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