All we are is dust in the wind

All we are is dust in the wind

A NADIE PRETENDO COMUNICAR CERTEZA ALGUNA. NO LAS TENGO.

A lo sumo alguna conjetura, siempre desde la incertidumbre.

Hace años lo aprendí de Albert Camus. Más tarde, unas palabras de Michel Foucault volvieron a recordármelo: No hay que dejarse seducir por las disyunciones, ni aceptar acríticamente los términos del dilema: o bien se está a favor, o bien se está en contra. Uno puede estar enfrente y de pie.

"La idea de que todo escritor escribe forzosamente sobre sí mismo y se retrata en sus libros es uno de los infantilismos que el romanticismo nos legó...las obras de un hombre trazan a menudo la historia de sus nostalgias o de sus tentaciones, casi nunca su propia historia" (Albert Camus)

http://books.google.es/books?id=GiroehozztMC&pg=PA25&source=gbs_toc_r&cad=4#

PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA. Paco Fernández.


lunes, 1 de noviembre de 2010

Una ecuación: antisionismo = antisemita = antijudio = judeófobo


Vivimos tiempos de precariedad argumentativa cuyo síntoma más evidente es la cruzada por lo "políticamente correcto". Cualquier crítica, más o menos razonada y razonable, puede ser falazmente desacreditada recurriendo a la acusación de "machista", "conservador", "racista", o vaya usted a saber qué. A los terroristas se les llama "violentos" y "matices culturales" a los pañuelos u otros tipos de telas negadores de la personalidad y de la humanidad de la mujer. Hoy, los antisemitas "dentro del armario" se presentan como antisionistas, pero no engañan a nadie. Es la misma judeofobia de siempre. No están contra los judíos, por supuesto. Sí contra la existencia del Estado de Israel. Y lo curioso es que no están contra alguna decisión de su gobierno, sino contra el ser mismo de dicho Estado. Y la realidad es que su inserción en la esperpéntica dinámica de lo políticamente correcto revela que su antisionismo es el modo actual de ser antisemita, esto es, judeófobo.

 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A propósito, te adjunto un articulito de mi apreciada Cristina Losada, ex-troskista que fue abducida por el sentido común.

"Quien piense que los límites de la libertad de expresión los marca el Código Penal no vive en nuestro tiempo. Un código no escrito establece hoy tanto lo que debe de decirse, como, de un modo más inflexible aún, lo que no puede decirse. La defensa de la libertad de expresión no significa, desde luego, que haya de defenderse cualquier cosa que se diga. Sin embargo, esas nuevas tablas de la ley que aplican unos jueces ostentosamente indignados, nada tienen que ver con la crítica que ha sustentado siempre el debate en las sociedades plurales. Ya no se exponen argumentos: se promulgan excomuniones.

No sería justo introducir en el mismo saco las declaraciones que, días atrás, causaban escándalo y, menos, a sus autores: el alcalde de Valladolid y los escritores Sánchez Dragó y Pérez Reverte. Sus cuestionadas palabras podían e incluso debían de recibir críticas. Pero la reacción que desataron no fue de esa naturaleza. Se les trató, prácticamente, como si fueran psicópatas criminales que han de ser expulsados de la sociedad, recluidos de por vida en un reformatorio y sometidos allí a alguna terapia dura. Descontada la leña política al uso, ése es el modus operandi del fenómeno conocido como "corrección política".

Nacida en los campus estadounidenses, fruto de la conversión en rígida ortodoxia de las actitudes heterodoxas de los sesenta, esta forma de intolerancia institucionalizada ha sido definida como una suerte de "totalitarismo blando". De hecho, su precedente –de ahí la denominación– se encuentra en la fidelidad a la línea del partido y su propósito es idéntico: suprimir la disidencia. Persigue eliminarla de raíz, en el pensamiento, y se funda en un sistema represivo. Castiga a los que se desvían de las opiniones "correctas" y atemoriza a quienes puedan sentir la tentación de hacerlo. No por azar fue Orwell, pionero en escudriñar los engranajes totalitarios, quien anticipó sus rasgos esenciales. El lenguaje políticamente correcto es un newspeak.

Tras el hundimiento de sus referencias ideológicas tradicionales, la izquierda ha refugiado su pretendida superioridad moral en el baluarte de la corrección política. Desde allí vigila la conformidad a sus cánones y dictamina la muerte civil de los transgresores. Nada se escapa de ese Gran Hermano, ni dentro ni fuera de la política, pues no hace distinción entre lo público y lo privado. Prepárense. Esta nueva tiranía nos ha llegado con retraso, pero está aquí para quedarse".
(C.Losada es uno de los autores del blog Heterodoxias.net y es colaboradora de libertaddigital.com).

(Spitfire).

Anónimo dijo...

"En una carta abierta a Guns N’ Roses fechada el 19 de octubre, la Campaña Palestina para el Boicot Académico y Cultural de Israel, una organización asentada en Ramala, expresaba su "desazón" ante la noticia de que dicho grupo de rock iba a dar un concierto en Israel y lo instaba a no ser cómplice del "lavado de imagen" del Estado judío, manchado, según la referida organización, por "la ocupación, el apartheid y los crímenes de guerra (...)Prácticamente todo artista famoso que anuncie un viaje a Israel recibe una carta como la destinada a GNR. Algunos han cedido a la presión, como Elvis Costello, el rapero Gil Scout Heron, el músico de folk Devendra Banhart o la banda de rock alternativo The Pixies. (El guitarrista Carlos Santana también canceló una performance en Israel, pero no quedó claro el motivo). Otros han mantenido sus planes, por ejemplo Rod Stewart, Elton John, Paul McCartney, Leonard Cohen, Rihanna, Metallica y... la esposa de Elvis Costello, Diana Krall. Finalmente, un tercer grupo se ha decantado por una suerte de punto intermedio: así, el director de orquesta Daniel Barenboim, cada vez que visita Israel regala a sus audiencias discursos propalestinos u óperas wagnerianas, mientras que, en 2006, Roger Waters se dedicó a hacer pintadas en la valla de seguridad cerca de Belén. (...)Durante sus primeras décadas de existencia, Israel hubo de enfrentar el boicot diplomático y económico de la Liga Árabe y otras naciones islámicas. Con el correr de los años, la Organización de las Naciones Unidas fue reclutada para la batalla contra el Estado judío. Han sido innumerables las compañías que han sido objeto de presiones por tener intereses en Israel o, sencillamente, por haber citado a Jerusalem como capital israelí en sus folletos comerciales. De un tiempo a esta parte han cobrado impulso los boicots académicos instigados por agrupaciones palestinas. Como se ve, el sabotaje antiisraelí cubre multitud de ámbitos.
Para los israelíes, los conciertos que las grandes estrellas dan en su país no son meros divertimentos; son pruebas de su integración en la aldea global, de la normalización de la vida israelí, de que su largo esfuerzo en pos de la aceptación internacional ha sido recompensado; de que la meta del sionismo político (acceder a la estadidad para que los judíos fueran tratados no sólo como individuos, también como nación) ha sido alcanzada. Por eso cada cancelación o confirmación de un concierto se celebra o lamenta exageradamente.
Así que es necesario ver las cosas con perspectiva. Israel prevalecerá aun sin Elvis Costello y The Pixies. Ellos pierden dinero y dignidad; y sus fans en Israel, la oportunidad de escucharlos. Eso es todo, realmente. En la sinfonía de la vida nacional, una nota disonante no estropea el concierto".
(De JULIÁN SCHVINDLERMAN).

(Spitfire).