En un nuevo pero no menos frustrante intento de refutar el principio de la identidad de los indiscernibles, creo que esa palabra que tantas veces se pronuncia en voz baja suscita la imponderable sensación de saber que nunca se acaba de resolver la paradoja del doble frente a su espejo, en la cual adquiere especial relavancia la negación de uno mismo, del otro y del doble que contempla su imagen sin saber si ésta representa una afirmación de los implicados o la negación de sí mismo.
Elementos para una propedéutica a la resolución de la paradoja enunciada más arriba:
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