Aquella noche, se me abrió
el mundo, se cerró la grieta, dejó de sangrar la herida, se transformó la
mirada. En el principio fue un beso, un beso profundo. El azar con unos tintes
de interés desinteresado concitó nuestros labios con la coartada de otros
cuerpos. Dame tu espalda, rodaré por ella hasta desgastarme, hasta desaparecer
en ti y provocar la metamorfosis que me trasforme de nuevo y así hasta volver a
rodar por tu espalda. Te entregué mi alma
y esperé. La ironía de tu cuerpo, la paradoja de ser orden y caos, el saber
cual es su sabor y saborearlo. Dibujarlo con mis manos y componer un cuadro del desorden amoroso. Tú
no podías saber que aquel beso, que fue un beso profundo, fue el comienzo, la
eclosión de un sentimiento que dormía paciente en mis entrañas, esperando el
momento, esperándote quizás sin saber
quién eras. Mis ojos vuelan hacia tus ojos para rememorar aquella ciclópea
mirada que Cortazar inventó pensando en nosotros, aunque él no lo sabía, eran
los besos ciclópeos de todos los Horacios y todas las Magas, arquetipos en los
que nos hemos vivido leyendo-nos, sabiéndonos en el mismo placer de estar
juntos leyendo-nos.Miro tu cuerpo, duermes desnuda,
miro tu espalda, casi te toco con la mirada, que se hunde en tu espalda, que se
desliza por ella hasta no sentir nada que no sea tu espalda.
«El coche de bomberos que desapareció»(«Brandbilen som försvann») – Maj
Sjöwall y Per Wahlöö (1969)
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El coche de bomberos que desapareció es la quinta entrega del comisario
Martin Beck. La novela comienza con el suicidio de Ernst Sigurd Karlsson.
En la hab...
Hace 11 horas