Post coitum tristitia,
reza la sentencia latina cuya autoría se atribuye a Galeno. He de confesar que
jamás me ha inquietado el dictamen. Tu risa, tu sonrisa y tu sexo ahuyentan mi
tristeza. O mejor dicho, la risa de tu sexo y el sexo que contiene tu risa son los
mejores antídotos contra mi angustia y mi desasosiego. Los evoco cuando pienso,
cuando leo, cuando escribo y cuando vivo, para, más tarde, invocarlos en tu
presencia. Quiero pensarlos, leerlos, escribirlos y vivirlos. Contagiarme de tu
risa mientras me sumerjo en tu sexo. Hazme un sitio en tu vida, permíteme
acomodarme en ella, en ese lugar donde reímos, en ese espacio en el que la
mirada cómplice se alía con la vida, con el sexo y con esa sonrisa enfrentada y
compartida.
SOCIEDAD / UN PAÍS ANÓMALO
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Hace 9 horas