All we are is dust in the wind

All we are is dust in the wind

A NADIE PRETENDO COMUNICAR CERTEZA ALGUNA. NO LAS TENGO.

A lo sumo alguna conjetura, siempre desde la incertidumbre.

Hace años lo aprendí de Albert Camus. Más tarde, unas palabras de Michel Foucault volvieron a recordármelo: No hay que dejarse seducir por las disyunciones, ni aceptar acríticamente los términos del dilema: o bien se está a favor, o bien se está en contra. Uno puede estar enfrente y de pie.

"La idea de que todo escritor escribe forzosamente sobre sí mismo y se retrata en sus libros es uno de los infantilismos que el romanticismo nos legó...las obras de un hombre trazan a menudo la historia de sus nostalgias o de sus tentaciones, casi nunca su propia historia" (Albert Camus)

http://books.google.es/books?id=GiroehozztMC&pg=PA25&source=gbs_toc_r&cad=4#

PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA. Paco Fernández.


domingo, 2 de abril de 2023

Aforema Cluniano 1954 El error

 Aforema Cluniano 1954             El error

 "Un sonido muy lejano llega hasta mis oídos..." (Burning).

Ayer me pasé por el Cluny. Era una de esas tardes en las que el gris cubre toda la acuarela que representa la vida. El optimismo que destila la canción de Toquinho no podía superar la barrera de mi epidermis afectiva. Así que decidí tomar una cerveza en el bar que cobija mis desvaríos y mis imposturas. Arcadio, siempre tan fino y observador, detectó rápidamente las grietas que escondía mi alma. Cerveza en mano me espetó de un tirón:  

"Quizás –y digo solo “quizás”- aprenderíamos algo –y no digo “mucho”- de nuestros errores –entienda cada cual por “error” lo que estime oportuno-, si, en vez de intentar justificarlos, simplemente pusiésemos toda nuestra voluntad en reconocerlos: sin excusas, sin evasivas, sin condicionales contrafácticos, sin jesuitismo y sin subterfugios. Quizás –y digo solo “quizás”, entonces, podríamos abrirnos a nuestra finitud de un modo claro, consciente, racional y afectivo. La vida es demasiado breve como para persistir en el error. La estrategia no sería otra que compensar nuestras inevitables faltas con el reconocimiento de nuestra insensata persistencia victimista seguido de un sí implacable a la vida: un propósito de enmienda teñido de un cierto estoicismo exento de resignación y un cierto hedonismo físico y espiritual."

Volvía a casa con la certeza de que yo no era un ejemplo de lo expuesto por mi amigo. Revisé ciertos momentos importantes de mi vida y concluí que en las ocasiones significativas había errado y había persistido en el error. Había fabricado todo tipo de inventivas para exonerarme de mis errores. Como juez de mis actos fallidos había prevaricado vilmente sin ningún tipo de pudor o escrúpulo.

Quizás ha llegado el momento de enmendarme y girar ciento ochenta grados. ¿Quizás? No. Es una tarea innegociable, insoslayable, necesaria. Me va la vida en ello.