The Sick Rose Revisited.
En una antología de poesía romántica inglesa encontré hace
ya muchos años unos versos de W. Blake que se convirtieron en parte de mi
segunda piel, esa que surge al hilo de lecturas y experiencias y que llega a
confundirse con la epidermis hasta el punto de formar un compuesto cuyas partes
son inseparables:
Does the winged life destroy;
He who kisses joy as it flies
Lives in eternity's sun rise
Quien a sí encadenara una alegría
Malogrará su vida alada;
Pero a quien la alegría besare en su aleteo
Vive en el alba de la eternidad.
A propósito de The
Sick Rose, sigo repasando papeles, notas y apuntes. Y encuentro un poema de
Charles Baudelaire titulado La muse
malade. Transcribo, por su semejanza con el de Blake, los primeros versos:
Ma pauvre muse, hélas! Qu’as-tu donc ce matin?
Tes yeux
creux sont peuplés de visions nocturnes,
Et je vois tour à tour réfléchis sur ton teint
La folie et l’horreur, froides et taciturnes.
El marco conceptual es bastante parecido al de Blake. La
noche es el espacio propicio para que los espíritus se vean sometido a las más
poderosas tentaciones, de las cuales ni siquiera las rosas o las musas se
libran. En otro poema de Baudelaire, llamado Remords Posthume, aparece la figura del gusano. Aquí también con un
sentido negativo, vinculado al remordimiento y a la culpa, a la conciencia.
Selecciono el último verso: “Et le ver rongera ta peau comme un remords.”
Y torpemente ensayo unos versos:
Palabras del poeta,
Que no son ya sus sueños
Ni el gesto burlón de la insensata prudencia,
Palabras del poeta,
Que son laberintos
Inventando el verso
Y la encrucijada,
El mágico instante
Y la eterna promesa.
¿Cesó el sueño cuando supo que soñaba?
El sueño no murió
Gracias a las palabras del poeta.
Que son un trasunto frustrado de aquellos otros del insigne
autor de “La casa de Asterion”:
La rosa,
la inmarcesible rosa
que no canto,
la que es peso y
fragancia,
la del negro jardín en
la alta noche,
la de cualquier jardín
y cualquier tarde,
la rosa que resurge de
la tenue
ceniza por el arte de
la alquimia,
la rosa de los persas
y de Ariosto,
la que siempre está
sola,
la que siempre es la
rosa de las rosas,
la joven flor
platónica,
la ardiente y ciega
rosa que no canto,
la rosa inalcanzable.”
¿Cómo hablar tras sentir las palabras del poeta?
¿Qué es la rosa?
Silencio.
Se imponen las palabras del poeta:
“No sé qué es esto.
Es algo que no se ha
dicho nunca…
Algo sin nombre que
aún no está en el lenguaje
Ni en el símbolo.”
¿Qué es la rosa?
Callo,
Me temo que fui demasiado osado
Al mezclar mis torpes palabras
Con las palabras del poeta.
Con ojos cansados pero abiertos hacia la profunda oscuridad,
observar y callar con los párpados agitados por la profunda oscuridad, con la
mirada fatigada y los ojos fatigados descansando en la profunda oscuridad. Y
después, con los ojos cansados dirigir la mirada, vigilar constantemente, estar
alerta deslizándome sobre la esperanza de ser sorprendido por algo inesperado,
uno de esos momentos que brillan en la profunda oscuridad, centelleando en su
devenir rutilante, hirviendo rápido, pasando tan veloz que no podemos
permitirnos un descuido, porque cualquier distracción impediría retener lo que
no podemos perder, lo que no podemos ignorar, que no podemos dejar porque ese
fulgor rápido y casi imperceptible, nos recuerda que somos emoción, pasión y
sentimientos...