Aforema 1802
A propósito de una cita que es un poema completo de Antonio Lorente
QUE NO SEA
Que no sea mi vida un manojo de renuncias,
Que no sea una roca inesculpible
Ni un páramo de tierras movedizas
Donde se hunda todo lo que toque
Todo lo que se acerque a mí.
Que no sea mi vida temor de abrirme
Ni arcilla que modele aquel que quiera
Como quiera
Que no sea tampoco un centro, un equilibrio
Huya yo del equilibrio
Al que otros llaman vida
Vida perfecta y exacta
Huya yo
Que no sea mi vida si no es tu vida
Que no sea mi vida si no estás tú
Para agitarla
Si no me muevo siempre
siempre
Como empezando
La poesía de Antonio Lorente es escritura anclada en la realidad, sin concesiones a la imaginación, sin trucos para dulcificarla, sin manipulaciones retóricas, sin amnistías para sus miserias o sus grandezas -que de todo hay en la mochila fijada en la espalda del autor. Lorente nos despista, pero no nos engaña, juega con el lenguaje para no abandonar lo real, quizás porque sus alas de gigante le impiden iniciar el vuelo y fabricar un mundo poético acorde a sus expectativas, deseos o ensoñaciones. La palabra poética del autor de Quebranto nos cita y emplaza en un juego de espejos en los que uno se reconoce, porque aunque son sus cuitas las que poetiza en sus escritos, nos sentimos anudados a la palabra que nos desnuda, porque sus inquietudes son también las nuestras, quiero decir, las mías y las de todos aquellos que tienen la firme voluntad de no dejarse horadar por la vida impertinente. El subjuntivo en el que discurre el poema “Que no sea” es un buen ejemplo de la estrategia del autor. No es la expresión de una posibilidad, de un deseo, de un cúmulo de expectativas o de imposiciones del poeta, sino más bien su manera de expresar, no cómo “desea” vivir, sino cómo vive: “como empezando”. La negación no es baladí, es la negación de precisamente todas aquellas posibilidades o deseos (quien esté libre de pecado que arroje la primera piedra) que atenten contra el final del poema: “como empezando”. El ancla no afloja, el poeta no levita, la palabra le mantiene fiel a la realidad, no hay negociación posible con otro mundo, la palabra poética no le salva, le mantiene vivo.