¿Y si la filosofía no fuese más que una llamada de atención sobre todos los silencios que habitan el mundo? El silencio de los que callan porque han llegado a la conclusión de la inutilidad de toda palabra; el silencio de los que no hablan porque se les niega la palabra, la misma a la que renuncian los que sí podrían hablar y no lo hacen por desidia, temor o cobardía. Silencios impuestos por la lógica de un dogma, por el estruendo de una bomba o por la pesadez de la existencia. Silencios ingrávidos que se forjan en el universo de soledad en el que se instala el acto de la lectura o de la escritura: voces amigas, Edmond Jabès:
"El ruido del libro: la página que uno vuelve
El silencio del libro: la página que uno lee."