All we are is dust in the wind

All we are is dust in the wind

A NADIE PRETENDO COMUNICAR CERTEZA ALGUNA. NO LAS TENGO.

A lo sumo alguna conjetura, siempre desde la incertidumbre.

Hace años lo aprendí de Albert Camus. Más tarde, unas palabras de Michel Foucault volvieron a recordármelo: No hay que dejarse seducir por las disyunciones, ni aceptar acríticamente los términos del dilema: o bien se está a favor, o bien se está en contra. Uno puede estar enfrente y de pie.

"La idea de que todo escritor escribe forzosamente sobre sí mismo y se retrata en sus libros es uno de los infantilismos que el romanticismo nos legó...las obras de un hombre trazan a menudo la historia de sus nostalgias o de sus tentaciones, casi nunca su propia historia" (Albert Camus)

http://books.google.es/books?id=GiroehozztMC&pg=PA25&source=gbs_toc_r&cad=4#

PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA. Paco Fernández.


domingo, 15 de diciembre de 2019

Aforema 0846 TIERRA DE NADIE



TIERRA DE NADIE

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Un amigo me preguntó por qué me es tan grata la expresión “Tierra de nadie”. Fue el título de uno de mis programas de radio y el de un blog que cada vez tengo más descuidado. Me llama la atención, sobre todo, su ambigüedad: un espacio que no es propiedad de nadie cuando todo espacio es ya propiedad de alguien. 

En Tierra de nadie hay límites pero no hay fronteras, no hay ficciones cartográficas que delimiten el territorio en el que uno puede ser llamado extranjero o forastero, inmigrante, espalda mojada o usuario de patera. Tierra de nadie se instala en un lugar cuyas coordenadas no han sido aún trazadas en cualquiera de los mapas conocidos hasta la fecha. Su laberíntica geometría hace imposible cualquier tentativa de cartografiarla. Tierra de nadie no se somete a los dictados de los que astutamente han conseguido repartirse el planeta a golpes de cruzadas civilizatorias. Ni es el resultado de un proceso que acaba con una bandera clavada en la tierra. Tierra de nadie escapa a las sutiles trampas de la propiedad y no se deja seducir por el fulgor rutilante de los compromisos políticos, religiosos o ideológicos. En la tierra de nadie no existen líneas rectas, ni funciones matemáticas que reduzcan a una fórmula su geometría. En tierra de nadie se anulan los axiomas y los teoremas, se alteran los corolarios y estallan las tautologías. En la tierra de nadie no hay contornos ni líneas divisorias, mucho menos entornos, distornos o contornos, si apelamos a la conceptualización del insigne filósofo Gustavo Bueno. 

Su esencia es la indeterminación, la resistencia que opone a ser encerrada en una definición, sea ésta por el género y la especie o por cualquier nota esencial que cierre el infinito que la proyecta hacia todo tiempo y en todas direcciones. Tierra de nadie es impetus, impulso hacia allí donde no hay meta ni propósito, allí donde sólo hay horizonte, siempre alejándose, más allá del cual no hay sino más Tierra de nadie, una actitud que apunta hacia la dislocación y el revés de las formas cotidianas de la existencia, tan dóciles ellas y tan útiles. 

Tierra de nadie es rebelión, aunque sólo sea contra nosotros mismos: espejos, por supuesto, de lo que ha adquirido el rango de “políticamente correcto”. Tierra de nadie quiere ser, por ello, incorrección, esto es, manifestación de una fuerza que se resiste a ser anulada, que se afirma contra aquellos que niegan la caducidad de toda forma de experiencia. 

Tierra de nadie te invita a emprender una búsqueda cuya única recompensa consiste precisamente en experimentar el viaje por lo que vale en sí mismo. Recurro, para terminar, al tópico que forjó el maestro Cavafis: “Cuando salgas de viaje para Itaca, desea que el camino sea largo…”


 https://youtu.be/MTdozEmP8LY