Somos ciudadanos. Usted y yo, también los demás, somos ciudadanos. Frente a nosotros aquéllos que detentan el poder político –biopolítico- (y económico, y cultural, y etc.). Somos sujetos de derechos y de deberes y estamos “sujetos” a una determinada forma de gobierno. Más allá o más acá de posiciones estratégicas de carácter ideológico –derechas o izquierdas, conservadoras o progresistas- nuestra común ciudadanía nos impele a levantarnos contra todos los abusos del poder, independientemente de quién sea el autor y quiénes sean las víctimas. Somos ciudadanos y tenemos en común el hecho de ser gobernados. Ahí reside la clave de nuestra solidaridad. Los gobernantes afirman que su objetivo es el bien común, la felicidad de los gobernados. Y así se reservan el derecho de condenar al ciudadano a pagar las deudas generadas por sus decisiones y negligencias. La responsabilidad es una cualidad ajena y extraña a nuestros gobernantes. Somos ciudadanos y rechazamos la economía de las funciones que disponen: la indignación para el ciudadano, la acción para el gobernante. Indignación lírica que fomentan y se adecúa perfectamente a su intereses. La indignación del ciudadano le viene bien al político mientras ésta se inscriba exclusivamente en el ámbito de lo teórico y no se proyecte en el ámbito de la praxis. Vosotros indignaos y hablad que nosotros decidiremos, dicen confiados. Somos ciudadanos y basta ya de indignación ritualizada en gestos y manifestaciones inocuos. La asepsia ciudadana debe dejar paso a la tarea de quitar a los políticos el monopolio de la acción. Sobre todo, cuando ésta se encuentra desprovista de una evaluación de sus consecuencias.
Presentación del libro "Mutantes y divinas", de Ira Hybris, junto a José
Sarrión
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El jueves 2 de mayo de 2024 tendrá lugar la última sesión de la 4ª edición
del Seminario de Marxismo de la Universidad de Salamanca,
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