All we are is dust in the wind

All we are is dust in the wind

A NADIE PRETENDO COMUNICAR CERTEZA ALGUNA. NO LAS TENGO.

A lo sumo alguna conjetura, siempre desde la incertidumbre.

Hace años lo aprendí de Albert Camus. Más tarde, unas palabras de Michel Foucault volvieron a recordármelo: No hay que dejarse seducir por las disyunciones, ni aceptar acríticamente los términos del dilema: o bien se está a favor, o bien se está en contra. Uno puede estar enfrente y de pie.

"La idea de que todo escritor escribe forzosamente sobre sí mismo y se retrata en sus libros es uno de los infantilismos que el romanticismo nos legó...las obras de un hombre trazan a menudo la historia de sus nostalgias o de sus tentaciones, casi nunca su propia historia" (Albert Camus)

http://books.google.es/books?id=GiroehozztMC&pg=PA25&source=gbs_toc_r&cad=4#

PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA. Paco Fernández.


sábado, 21 de noviembre de 2020

Muros, silencios, palabras y vacío

    Pantagruélico destructor de armonía, el hábito perverso se nutre de prejuicios y prescribe leyes inmutables a la conciencia para que basculemos entre la negatividad fatal que forja los muros que nos separan y el optimismo pueril para el que dichos muros no son más una ilusión que nada puede contra el sentimiento. Hay muros y hay silencios y hay palabras y hay vacío. Cuatro parámetros para definir una existencia. En la cuerda floja tendida sobre el abismo, un vértigo innombrable inunda la noche. Las soledades ya no se tocan, a lo sumo, se imaginan. Un rumor de desatinos puebla de imágenes la mente y el eco de una felicidad que se inventó un día se va apagando hasta no ser más que un muro de palabras y un silencioso vacío.

    Vaciar es la clave. Soltar el lastre con el que se ha forjado el prejuicio, el hábito de la repetición de palabras y conductas que se retroalimenta del círculo vicioso de un ego que monopoliza LA PERSPECTIVA. 

 


 

 

viernes, 20 de noviembre de 2020

DREAMS

     

Eran otros tiempos, ni mejores ni peores, con sus grandezas y sus miserias, con más ilusión y menos virus. Ya se sabe, el tiempo que pasa y deja atrás esos “tiempos” se muestra indiferente ante las inquietudes humanas. No hay excusa para evadirme de mi responsabilidad: soy el asesino de mis sueños. Demasiado dura la tarea de perseguirlos, decidí, primero sedarlos, después, acabar con ellos. Aunque he de decir que me quedé con algunos. En realidad, lo que digo solo puede atribuirse a un sueño, al SUEÑO que yace inerte en el borde un verso que nunca escribí, que jamás escribiré.