Leo LOS ENEMIGOS DEL COMERCIO de Escohotado. El monótono sonido del ventilador de techo me aparta de la lectura y me invita a tararear una canción que he compartido con Izan. Y fruto de ello son estas prescindibles palabras:
Hay un espacio al
que solo llego yo
no es una fortaleza
inexpugnable
protegida por
sólidas barreras y altos muros
Allí Lucy juega en
el cielo con sus diamantes
y Syd Barret tararea
no sin cierta nostalgia
“I wish you were
here...”
No hay sendero que
lleve hasta allí
salvo un entramado
indescifrable de sendas perdidas
El tiempo en un
asesino en serie
imposible de
capturar
Hay un espacio
abierto a todos al que solo llego yo
Kafka sonríe ante
las puertas de la ley
y Nietzsche recuerda
a un Dylan converso
que “The answer my
friend is blowin’ in the wind”
Las lágrimas se
mezclan con la lluvia
y adquieren un sabor
que el Bladerunner ignora
y solo el Nexus
comprende
Hay un lugar al que
solo llego yo
No es el Cluny de
Cortazar ni la Alejandría de Durrell
No es el New York de
Lorca ni el Aleph de Borges
No se encuentra
cerca de Abbey Road
Ni en ninguna
estancia del Hotel California
Koko me lanza una
mirada desde el Cielo
mientras Leonard
Cohen intenta tocar el cuerpo de Suzanne
con su mente
Hay un lugar al que
solo llego yo
sin Ti la vuelta
sería imposible
Ariadna inconsciente
de su poder
tejes el hilo que
une la locura a la cordura
sin Ti Teseo no
podría reanudar la sisífica tarea de despistar al minotauro