All we are is dust in the wind

All we are is dust in the wind

A NADIE PRETENDO COMUNICAR CERTEZA ALGUNA. NO LAS TENGO.

A lo sumo alguna conjetura, siempre desde la incertidumbre.

Hace años lo aprendí de Albert Camus. Más tarde, unas palabras de Michel Foucault volvieron a recordármelo: No hay que dejarse seducir por las disyunciones, ni aceptar acríticamente los términos del dilema: o bien se está a favor, o bien se está en contra. Uno puede estar enfrente y de pie.

"La idea de que todo escritor escribe forzosamente sobre sí mismo y se retrata en sus libros es uno de los infantilismos que el romanticismo nos legó...las obras de un hombre trazan a menudo la historia de sus nostalgias o de sus tentaciones, casi nunca su propia historia" (Albert Camus)

http://books.google.es/books?id=GiroehozztMC&pg=PA25&source=gbs_toc_r&cad=4#

PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA. Paco Fernández.


lunes, 6 de abril de 2020

6 de abril Ráfaga critica


Ráfagas críticas


Circula por Youtube un vídeo del profesor Antonio Campillo: 


En dicho vídeo, Campillo hace una descripción y un diagnóstico de la pandemia que nos afecta. Apunta, también, una etiología del fenómeno y formula dos imperativos que deberían regir nuestra vida post-pandémica.

Como uno lleva el veneno de la crítica en sus venas, no puede, no puedo, resistirme a la tentación de hacer un breve comentario al respecto.

Antes de comenzar, he de confesar mi admiración por quien fue mi profesor durante los años universitarios, he de celebrar el trato que me ha dispensado siempre cuando, por unos u otros motivos, nos hemos encontrado. Su trato siempre ha sido exquisito, así como su generosidad. He leído casi todos sus libros y he de decir que he aprendido de ellos. Mi ignorancia pues no tiene nada que ver con él ni con sus obras, sino con mi connatural incapacidad para la comprensión del mundo en el que estoy instalado.

Lo primero que me llama la atención es que Campillo no habla en su nombre, sino que el sujeto de enunciación de su discurso es la misma filosofía. Esto me inquieta porque soy de los que piensan que uno siempre habla desde una determinada perspectiva o instalado en una determinada tradición filosófica o cultural. El discurso nunca es neutro. No existe, al menos en las cuestiones filosóficas, un lugar reservado para los imparciales. La atalaya desde la que juzgamos, evaluamos, analizamos, etc., está apoyada en toda una serie de presupuestos que condicionan nuestro discurso y nuestras palabras –no menos nuestras acciones-

Tras calificar la situación en la que nos encontramos como una “situación de emergencia global” para lo cual se han tomado “medidas extraordinarias”, recurre de nuevo a la filosofía en tanto materia que nos permite construir mapas vitales para orientarnos en el mundo. No puedo estar más de acuerdo con él en esta función que atribuye a la reflexión filosófica, sea académica o mundana. Sin embargo, echo de menos algún comentario sobre esas “medidas extraordinarias”, sobre las cuales no hay un consenso sólido y que, en los últimos días, están siendo puestas en duda, como, por ejemplo, el manifiesto contra el confinamiento que se puede encontrar en


 Tras el diagnóstico, pasamos a la etiología. La pandemia no ha surgido al azar. Eso es evidente. ¿La actividad humana es la causa? Esto es discutible o, por lo menos, el grado de responsabilidad que hay que atribuirle. Pero la discusión no puede llevarse a cabo a partir de enunciados tan generales y abstractos como los que atribuyen la causa de la pandemia a “la religión del capitalismo” o “el poder del dinero”. El capitalismo presenta rasgos que podrían asemejarlo a una religión, secular, en todo caso, pero no es una religión. Igual que el comunismo, el consumismo o el diletantismo musical. Hablar del “poder del dinero” no es menos abstracto. Se podría pensar que el dinero es un instrumento del poder. Porque el poder utiliza el dinero y produce el dinero. Y el dinero ayuda a utilizar o producir diferentes formas de poder. La cuestión es para mí demasiado compleja como para reducir a un enunciado abstracto que simplifica la realidad.

En cuanto a los dos imperativos morales, no puedo decir sino que constituyen nuestro horizonte vital. Por supuesto que tenemos que cuidarnos, por supuesto que debemos cuidar nuestro ecosistema, el problema, y en esto la filosofía ayuda bien poco, es responder a la cuestión: ¿Cómo