Día 2 de confinamiento. 16 de marzo de 2020.
A pesar de las
dimensiones reducidas de mi vivienda, ciertos objetos tienen la facultad
de desaparecer de los lugares habituales en los que se encuentran para
instalarse allí donde a nadie se le ocurriría buscarlos. La casa se
transforma, entonces, en un espacio que aumenta de un modo proporcional a
la frustración que acompaña a mi búsqueda. La imagen asociada al lugar
que me proporciona mi memoria se va difuminando hasta el punto
de hacerme dudar de mi capacidad para recordar las cosas más nimias.
Sé que los objetos no deciden dónde ubicarse. Sé que no hay una
conspiración para minar la consideración que tengo de mi capacidad para
organizar las cosas. Sé que no hay fuerzas paranormales interesadas en
hacerme partícipe de un juego de presencias y ausencias cuyo objetivo es
desafiar mis facultades y capacidades más elementales. Y, sin embargo,
¿dónde cóño se encuentran ciertos objetos para las cuales, en su
momento, arbitré un sistema de ubicación y clasificación para no perder
más tiempo del deseado cuando quisiese utilizarlos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario