All we are is dust in the wind

All we are is dust in the wind

A NADIE PRETENDO COMUNICAR CERTEZA ALGUNA. NO LAS TENGO.

A lo sumo alguna conjetura, siempre desde la incertidumbre.

Hace años lo aprendí de Albert Camus. Más tarde, unas palabras de Michel Foucault volvieron a recordármelo: No hay que dejarse seducir por las disyunciones, ni aceptar acríticamente los términos del dilema: o bien se está a favor, o bien se está en contra. Uno puede estar enfrente y de pie.

"La idea de que todo escritor escribe forzosamente sobre sí mismo y se retrata en sus libros es uno de los infantilismos que el romanticismo nos legó...las obras de un hombre trazan a menudo la historia de sus nostalgias o de sus tentaciones, casi nunca su propia historia" (Albert Camus)

http://books.google.es/books?id=GiroehozztMC&pg=PA25&source=gbs_toc_r&cad=4#

PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA. Paco Fernández.


miércoles, 1 de abril de 2020

18 DE MARZO

Día de confinamiento: 17 de marzo de 2020

Hoy he decidido dejar de lado la maldita filosofía, ese tábano cuya picadura no ha hecho otra cosa, a lo largo de mi vida, que complicar mi existencia con preguntas sin respuesta y cuestiones cuya utilidad siempre está en tela de juicio. Me levanté al alba -un hábito pernicioso que no logro extirpar de mi monótona existencia- y entre sorbo y sorbo de café, entre calada y calada de cigarrillo –otro vicio, pero quizás no tan perverso como el anterior- tomé la decisión de aparcar mis veleidades pseudointelectuales, caracterizadas por una tendencia implacable a la erudición inútil y a la escritura prescindible, y dedicarme al bricolaje sin riesgo y a la reestructuración de la sala donde consumo mi vida sin objetivo, meta ni propósito. 

Durante el proceso me he cargado una estantería de Ikea al intentar moverla repleta como estaba de esos pequeños objetos manuables que saturan el espacio que habito. Tuve, además, muchas dificultades para volver a conectar todos los cables que, previamente, sin orden ni concierto, había retirado de sus lugares naturales. Fracasé en el enésimo intento de colocar dichos cables de tal modo que pasasen desapercibidos. Los organizadores de cables no son fiables. El nivel, tampoco. Los agujeros que había hecho no coincidían con los agujeros de las escuadras de la balda que intentaba colocar. Así que tuve que hacer más agujeros. Al final, la balda encajó. He descubierto libros que no recuerdo haber comprado ni haber pedido prestados. He echado de menos otros que no recuerdo haberlos prestado.

Así, una tarea a la que asigné un par de horas, me ha llevado todo el día. Mañana me he propuesto seguir impregnando mi existencia de acciones verdaderamente útiles. Mañana, si nadie lo remedia, le toca a la sala de estar. Pero juro que no tocaré las estanterías de Ikea.

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