All we are is dust in the wind

All we are is dust in the wind

A NADIE PRETENDO COMUNICAR CERTEZA ALGUNA. NO LAS TENGO.

A lo sumo alguna conjetura, siempre desde la incertidumbre.

Hace años lo aprendí de Albert Camus. Más tarde, unas palabras de Michel Foucault volvieron a recordármelo: No hay que dejarse seducir por las disyunciones, ni aceptar acríticamente los términos del dilema: o bien se está a favor, o bien se está en contra. Uno puede estar enfrente y de pie.

"La idea de que todo escritor escribe forzosamente sobre sí mismo y se retrata en sus libros es uno de los infantilismos que el romanticismo nos legó...las obras de un hombre trazan a menudo la historia de sus nostalgias o de sus tentaciones, casi nunca su propia historia" (Albert Camus)

http://books.google.es/books?id=GiroehozztMC&pg=PA25&source=gbs_toc_r&cad=4#

PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA. Paco Fernández.


miércoles, 1 de abril de 2020

23 MARZO

Día 23 de marzo. Otro día de confinamiento. Miedo. 

El siglo pasado fue para Albert Camus el siglo del miedo. En el mes de noviembre de 1948 publicaba un artículo en Combat que comenzaba de este modo:

“El siglo XVII fue el siglo de las matemáticas, el XVIII el de las ciencia físicas y el XIX el de la biología. Nuestro siglo XX es el siglo del miedo. Se me dirá que el miedo no es una ciencia. Pero, en primer lugar, la ciencia es en cierto modo responsable de ese miedo, porque sus últimos avances teóricos la han llevado a negarse a sí misma y porque sus perfeccionamientos prácticos amenazan con destruir la Tierra. Además, si bien el miedo en sí mismo no puede ser considerado una ciencia, no hay duda de que es, sin embargo, una técnica.”

El miedo, esa emoción que nos invade ante un peligro inminente, puede convertirse en un sentimiento, una afección menos intensa pero mucho más duradera. Y es aquí donde Camus acierta al decir que el miedo es una técnica. Es decir, un conjunto de procedimientos que pretenden situar al individuo y a la sociedad en un estado de alarma constante. De ahí que existan expertos en generar miedo-s cuyo éxito está asegurado dado que vivimos, como ya diagnosticó Urich Beck, en la sociedad del riesgo. Sociedad seducida por un tipo de cine centrado en el apocalipsis y en la perversidad de las distopías. El cine de terror ya no da miedo. Lo da el horizonte dibujado por una amenaza, si no inminente, al menos, probable. Así, el miedo, esa emoción necesaria para la adaptación del individuo al medio, ha terminado por convertirse en una técnica de dominación y control social.

No obstante, me pregunto si ha habido algún siglo en la historia de la humanidad que no haya sido un siglo del miedo. La historia de los seres humanos no está precisamente exenta de barbarie y locura. Sobre ellas ha construido toda su cultura y su inefable noción de progreso. Así lo atestigua Walter Benjamin cuando escribe:

“Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se muestra a un ángel que parece a punto de alejarse de algo que le tiene paralizado. Sus ojos miran fijamente, tiene la boca abierta y las alas extendidas; así es como uno se imagina al Ángel de la Historia. Su rostro está vuelto hacia el pasado. Donde nosotros percibimos una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única que amontona ruina sobre ruina y la arroja a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado, pero desde el Paraíso sopla un huracán que se enreda en sus alas, y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irresistiblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras los escombros se elevan ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso.”

Tener miedo no es un síntoma de cobardía. Como ya he dicho es un mecanismo adaptativo. El problema es vivir instalado en el miedo, vivirlo no como una emoción, transitoria y provisional, sino como un sentimiento enraizado en nuestras entrañas. Un sentimiento nefasto que paraliza y pervierte el presente y el futuro, es decir, la vida. El miedo como emoción nos invita ser precavidos. El miedo como sentimiento nos invita a rendirnos ante cualquier obstáculo. El miedo como sentimiento empobrece la vida.

Y ahora permítanme un arranque de lirismo para citar a un poeta, Rainer María Rilke, aconsejando a un joven poeta con unas palabras que nos pueden dar una clave para driblar a los que hacen del miedo un sentimiento:

“Si tu vida cotidiana te parece pobre, no la culpes, cúlpate a ti mismo por no ser capaz de suscitar sus riquezas.”

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