All we are is dust in the wind

All we are is dust in the wind

A NADIE PRETENDO COMUNICAR CERTEZA ALGUNA. NO LAS TENGO.

A lo sumo alguna conjetura, siempre desde la incertidumbre.

Hace años lo aprendí de Albert Camus. Más tarde, unas palabras de Michel Foucault volvieron a recordármelo: No hay que dejarse seducir por las disyunciones, ni aceptar acríticamente los términos del dilema: o bien se está a favor, o bien se está en contra. Uno puede estar enfrente y de pie.

"La idea de que todo escritor escribe forzosamente sobre sí mismo y se retrata en sus libros es uno de los infantilismos que el romanticismo nos legó...las obras de un hombre trazan a menudo la historia de sus nostalgias o de sus tentaciones, casi nunca su propia historia" (Albert Camus)

http://books.google.es/books?id=GiroehozztMC&pg=PA25&source=gbs_toc_r&cad=4#

PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA. Paco Fernández.


domingo, 25 de julio de 2021

INDIVIDUALIA 10

 

INDIVIDUALIA 10

 

 

PRESENTACIÓN

Individualia 10 quiere hablar de los “topos”, de los ficticios y de los reales, de las utopías, de las distopías y de las heterotopías. Cuando no son fruto del cinismo o la ironía, las utopías son ficciones que configuran el escenario idóneo de las naturalezas más optimistas. Las distopías, sin embargo, lo son de las más pesimistas. Estas ficciones, fruto de la voluntad prospectiva de los seres humanos, contrastan con la realidad implacable de las heterotopías: espacios excéntricos, reductos al margen de las normas y los reglamentos sociales al uso. O, quizás, el resultado de la aplicación de los mismos: geriátricos, hospitales, psiquiátricos, cárceles, etc.  

Si las utopías y las distopías privilegian el tiempo, las heterotopías se centran más en el espacio. Los umbrales temporales y espaciales son los parámetros básicos que nos permiten reflexionar sobre la voluntad humana de imaginar mundos posibles o de construir realidades situadas en los márgenes de la sociedad políticamente correcta.

Insatisfechos con el presente, buscamos soluciones en el pasado o en el futuro. La memoria y la imaginación reivindican su lugar en el escenario que dibuja la actualidad. Retrospectivas y prospectivas  se dan cita para describir los diferentes modos que adoptará el apocalipsis o celebrar una de las nuevas epifanías que auguran una regeneración moral del ser humano.

Platón propuso la idea de un orden político aristocrático en el que el gobierno estuviese en manos de los filósofos.San Agustín estableció la Ciudad de Dios como horizonte moral superpuesto a las motivaciones que mueven a los individuos a obrar en la Ciudad de los hombres. El modelo griego y el cristiano adoptaron en la propuesta de Tomás Moro la forma de una isla poblada de individuos de buena voluntad que supeditan el interés personal al bien común. Tomás Campanella situó en la isla de Trapobanda, concretamente en la cima de una montaña, la ciudad ideal construida en torno a un templo dedicado al dios Sol. La buena voluntad de Moro es sustituida por el conocimiento y el saber científico como cimientos sobre los que se erige la utopía. Idea que recogió Francis Bacon para diseñar su Nueva Atlántida. La secularización del ideal realizada por el emergente paradigma cientificista encontró su contrapartida antitética en las distopías del siglo XX. Si se trata de anular el conflicto social, nada mejor que construir una sociedad totalitaria basada en el control absoluto y la negación de la libertad individual (1984 de G. Orwell) o una sociedad hedonista que mutila afectivamente al ser humano (Un mundo feliz de A. Huxley).

Lo utópico y lo distópico coinciden en que son incompatibles con el ser humano. La paradoja reside en que este no puede pensar el presente sin imaginar paraísos perdidos o futuros apocalípticos. La reflexión filosófica, literaria o artística, no puede prescindir de la memoria y de la imaginación. Estas son las que generan un terreno fértil para la proliferación de utopías y distopías.

A diferencia de las utopías y las distopías, espacios de ficción, las heterotopías son espacios reales situados al margen de las normas y reglamentos de la sociedad “tópica”. La cárcel, el hospital, el psiquiátrico, etc., configuran lugares en los que mutan los protocolos que orientan o dirigen la conducta del individuo: la opinión del “experto”, envuelta en una bata blanca o en cualquier otro vestuario con signos distintivos, se asemeja a la del rey filósofo platónico o a la del sacerdote agustiniano, y la voz del enfermo, del loco, del encarcelado, queda reducida a su mínima expresión. Como donde hay poder, hay resistencia, el espacio heterotópico termina transformándose en una microsociedad que se encuentra, al mismo tiempo y paradójicamente, dentro y al margen de la sociedad normalizada. Y quizás sea Emil Kusturica quien mejor haya descrito esta transformación en su película Underground: una familia refugiada en un sótano al huir de los nazis, comienza a fabricar armas para ayudar a la resistencia. El espacio heterótopico se configura cuando dicha familia sigue con su tarea hasta veinte años después de concluida la guerra.

Hoy, el lugar de las utopías ha sido ocupado por las distopías y las heterotopías. El cine y la literatura contemporáneos son un buen ejemplo de ello. Sociedades hipertecnificadas e hiperestratificadas, desiertos urbanos, agotamiento de lo humano e incluso amenaza de desaparición de la especie, regímenes totalitarios, son los modelos que inspiran la imagen que la creatividad humana proyecta en el futuro.

Hoy, en tiempo de confinamientos y perimetraciones, deberíamos pensar si nuestra vida cotidiana comienza a ser un ejemplo de distopía o una heterotopia en la que se han invertido los términos: la sociedad normalizada aparece como el ideal al que se ha superpuesto aquello que hace poco más de año hubiésemos definido como un espacio heterotópico.

Individualia 10 quiere hablar de los umbrales que cartografían nuestra experiencia histórica, psíquica y existencial. De las  inefables fronteras, nunca fijadas, siempre en continua redefinición, que separan la verdad de lo verosímil, la razón de la locura, la realidad de la ficción o la vida de la muerte.

La idea sobre la que se construye este nuevo número de Individualia surgió debido a la conjunción de unas letras, iniciales de unos nombres propios, y un número, que reunía dichos nombres en el contexto de la celebración de una efeméride.  Un trío de jotas y el número 27 como signo de referencia del umbral que separa la vida de la muerte: Janis Joplin, Jimi Hendrix y Jim Morrison forman parte de la historia de la música popular del siglo XX, no solo por el significado de sus composiciones e interpretaciones, sino porque traspasaron ese umbral definitivo a una edad en la que se es demasiado joven para morir.

Individualia 10 quiere que este número, dedicado a las diferentes formas en las que los umbrales se significan en la realidad contemporánea, sea un homenaje a estas vidas que han marcado el ritmo de mi generación. Como cantaba Ian Anderson al frente de Jethro Tull (otra “j”):

 

they're too old to rock 'n' roll
And they're too young to die


 

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